La amenaza silenciosa de los microplásticos es un peligro latente para el equilibrio del medio ambiente y la salud de los organismos vivos. Organizaciones como Greenpeace llevan tiempo alertando sobre el efecto de estos compuestos, que se encuentran de manera cada vez más frecuente en el agua de nuestro planeta. Así, un informe denominado “Plásticos en el pescado y el marisco” calificaba a los microplásticos como “bomba de relojería ecológica” e instaba a gobiernos e instituciones a reducir su presencia.
Es evidente que el excesivo uso del plástico en nuestra sociedad provoca su acumulación masiva, ya que se trata de un producto no biodegradable y con tasas de reciclado mucho menores que otros. Este efecto se percibe sobre todo en los mares, que acumulan cada vez más y más residuos plásticos. Por ejemplo, hoy día se calcula que los océanos del mundo se concentran 150 millones de toneladas de plástico. Y lo más preocupante es que según la Fundación Ellen McArthur para 2050 si no se efectúan cambios su peso será mayor que el de los peces. Los cauces de esta contaminación se conocen desde hace tiempo, el 95% del plástico vertido a los océanos llega de 10 ríos, situados todos ellos en el Tercer Mundo, lo cual nos da una idea de la incidencia de los vertidos incontrolados y la importancia de que exista una regulación ambiental global.
Evolución del consumo de plásticos
Desde su descubrimiento, el uso de compuestos plásticos ha proliferado exponencialmente. Si bien en la década de los 50 la producción mundial de plástico no llegaba ni a los dos millones de toneladas al año, según datos de la asociación PlasticsEurope en 2016 se produjeron 335 millones de toneladas en el mundo.
Se estima que en nuestro planeta existen unos 8.300 millones de toneladas de plástico. De esa cantidad sólo 2.000 millones de toneladas seguirían aún en uso en estos momentos, mientras que el resto 6.300 millones de toneladas) son plásticos de un solo uso que mayoritariamente acabaron abandonados en la naturaleza o en vertederos. Solo un 9% del plástico habría sido reciclado.
Respecto a los microplásticos, existen datos alarmantes. Por ejemplo, un estudio del Acuario de Vancouver ha detectado en el agua del Estrecho de Georgia aproximadamente unas 4.000 partículas de microplásticos por metro cúbico.
¿Qué son los microplásticos?
Se trata de residuos plásticos, derivados del petróleo, cuyo origen está tanto en la actividad industrial como en el consumo humano y que pueden encontrarse en la cadena trófica marina a través de los vertidos fluviales, ya sea urbanos como industriales.
Su origen puede ser variado:
1-Las microesferas de plástico que se encuentran en productos de higiene o cosmética, como pastas de dientes, detergentes, cremas exfoliantes etc. Su composición basada en elementos como el polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), polimetilmetacrilato (PMMA), o nailon las hace muy resistentes y perdurables.
2-Los tejidos sintéticos. Emplean gran cantidad de fibras plásticas y derivadas del petróleo que pueden desprenderse progresivamente con los lavados, pasando a los desagües.
3-Los plásticos concentrados en los océanos. Aunque son muy poco biodegradables, pueden ser una fuente de microplásticos.
Los científicos estiman que los microplásticos ingresan en la cadena trófica por el zooplacton, que los ingiere a la vez que sus propios alimentos naturales. Después los peces y moluscos cada vez mayores en tamaño van incorporándolos. De esta forma, estos compuestos acaban ingresando en la cadena alimentaria marina, incluidas las aves. Según un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, prácticamente todas las aves de los ecosistemas afectados terminan por ingerirlos. El problema es tan general que se estima que en 2050 todas las aves marinas ingerirán plásticos.
Consecuencias de los microplásticos
Como hemos visto, la presencia de estos compuestos sigue en auge, afectando a la vida marina, y por ende a todo el ecosistema planetario, convirtiéndose en un problema de salud pública.
Algunos plásticos de mayor tamaño provocan la muerte por asfixia o atragantamiento en animales marinos que los ingieren sin darse cuenta. Pero el auténtico problema son los microplásticos, que alteran la calidad de las aguas, estas aguas son absorbidas por plantas y animales y, finalmente, llegan a la cadena alimentaria humana a través de los alimentos que consumimos.
Así, un estudio del Instituto de Investigación Marina Algalita, concluye que el 35% de los peces que pescamos tienen una media de una o dos piezas de plástico en sus estómagos. Estos datos se unen a los ya citados de Greenpeace, que ratifican que los microplásticos se están incorporando a la cadena alimentaria. Además, estos plásticos tienen la capacidad de atraer sustancias químicas y de liberarlas, lo que les convierte en una potencial bomba tóxica.
Existen datos inquietantes. Por ejemplo, un análisis de diversas aguas de grifo de distintas ciudades del mundo reveló que el 83% de las muestras estaban contaminadas con microplásticos. Para este estudio se recogieron muestras de agua potable en 159 lugares, desde EEUU a Ecuador pasando por la India, Europa e Indonesia.
Pero no sólo el agua de grifo contiene estos productos, las aguas embotelladas también muestran presencia de microplásticos. Una investigación de Orb Media analizó el agua de 259 botellas de marcas como Evian o Nestle Pure Life y concluyó que el 93% de las mismas contenían microplásticos.
Esta misma organización concluyó que una persona normal puede llegar a consumir hasta 14 partículas de microplástico al día, pues no solo se encuentran en el agua potable, sino también en el pescado, la cerveza, sal marina, y todo producto que tenga contacto con el agua.
Los científicos desconocen el alcance para la salud humana de estos compuestos, ya que se trata de un fenómeno relativamente reciente, pero es indudable que pueden tener consecuencias en toda la cadena trófica, de la que los humanos formamos parte.
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