Medir daños ya no vale: las empresas deben regenerar el medio ambiente

Posted by aclimaadmin | 23/05/2019 | Noticias del Sector

Más allá de la plantación solidaria de árboles o la inversión en acciones vistosas pero poco efectivas, las firmas españolas se enfrentan al reto de mantener a raya el cambio climático a través no sólo de políticas de RSC, sino de su propia cadena productiva

Si no somos capaces de mantener el calentamiento global en 1,5 grados centígrados -complicado si seguimos contaminando como hasta ahora-, las consecuencias para la salud, la seguridad, los suministros de agua y otros medios de subsistencia serían especialmente preocupantes.

A estas alturas es imposible que esta afirmación le pille a alguien por sorpresa. La sociedad mira cada vez más con lupa lo que las grandes (y pequeñas) firmas hacen para reducir su impacto en el medio ambiente y, si tenemos en cuenta que existen más de 125 millones en el mundo, es innegable su rol como agentes de cambio.

El informe Approaching the Future 2019, elaborado por Canvas Estrategias Sostenibles y Corporate Excellence-Centre for Reputation Leadership, revela que el medio ambiente es una de las claves que marcarán el entorno del futuro empresarial. Aunque este estudio, en el que participan más de 230 profesionales y directivos de 90 empresas, revela que sólo el 28,7% de las organizaciones asegura estar trabajando en acciones para adaptarse al cambio climático.

OBJETIVO: CUMPLIR LA AGENDA 2030

Sin embargo, defiende que las empresas están cada vez más concienciadas en alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. De hecho, nuestro país se encuentra en el número 12 en cuanto a garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles, pero estamos lejos de enfrentar graves problemas como los relacionados con el agua y el clima.

«Es necesario cambiar el enfoque de la sostenibilidad: debemos pasar de la reducción del impacto a la regeneración del medio ambiente. La economía circular se presenta como una solución para repensar la forma en la que se producen, consumen y reutilizan los recursos», alegan Isabel López y Claudina Caramuti, socias fundadoras de Canvas Estrategias Sostenibles, consultoría especializada en RSC.

LOS PRINCIPALES RETOS EN ESPAÑA

Para esta firma, en España hay tres frentes prioritarios que exigen la colaboración empresarial: los elevados índices de contaminación atmosférica, la escasez de recursos hídricos y la gestión de residuos y el problema de los plásticos (somos el segundo país, después de Turquía, que más material de este tipo vierte al Mediterráneo y el cuarto en la UE que más lo consume).

Para conseguirlo, hay varios mantras que las empresas deben seguir. En primer lugar, no venderás como RSC lo que legalmente tienes que cumplir. «Ha sido una práctica habitual hasta hace poco. A los propios gestores y directivos les cuesta discernir entre un obligado cumplimiento y una acción voluntaria. Muchas veces no es mala fe, sino desconocimiento. Se necesita formación. La Ley de Responsabilidad Ambiental obliga a reparar el daño causado sobre los recursos naturales. Se complementa con la de Evaluación Ambiental, que determina el impacto de un proyecto, con criterios para su minimización y compensación», explica Eduardo de Miguel, director de la Fundación Global Nature.

Esta organización, que impulsa proyectos agroalimentarios y de restauración ambiental, centra parte de su labor en la recuperación de humedales, para lo que colabora con firmas implementando acciones y con talleres que fomenten la RSC.

Miguel Ángel Soto, responsable de campañas en Greenpeace España, recuerda la importancia de implantar un RSC medioambiental que sea coherente con el resto de las actividades. «Las empresas más contaminantes del IBEX 35 hacen declaraciones y firman compromisos sobre su adherencia al Acuerdo de París mientras continuan su negocio como siempre. Si analizamos su acción exterior en países como Brasil, Colombia, Guatemala u Honduras, veremos que sus operaciones fallan a la hora de evitar el daño medioambiental».

A pesar de ello, el director de la Fundación Global Nature aboga por el optimismo. «La empresa española ha avanzado de forma acelerada en los últimos 10 años superando, en algunos casos y sectores, a otros países en lo que a RSC se refiere. Y el medio ambiente es una de las áreas más relevantes en estos departamentos».

MÁS ALLÁ DE LA PLANTACIÓN DE ÁRBOLES

Por otro lado, conviene apostar por causas que, más allá de lucir sobre el papel, sean eficaces. «Cuando se trabaja en programas de mitigación del cambio climático, la mayoría quiere programar jornadas para plantar árboles porque es una acción que se comunica bien, sin darse cuenta de que existen posibilidades con alta efectividad para crear otros sumideros de carbono. Es el caso de programas de regeneración de suelos, donde se almacena más carbono que en un árbol, a través de técnicas de laboreo, producción de algas… Estos proyectos no son tan vistosos y prima la imagen sobre la RSC y no los consejos que ofrecemos desde las ONG», lamenta de Miguel. En la otra cara de la moneda, recuerda, también hay empresarios que adoptan medidas por un compromiso ético y que ni siquiera lo comunican.

Pero es el propio entorno el que, en un marco altamente competitivo, está diferenciando a las empresas que adoptan este tipo de RSC como una estrategia básica. Tan simple como que la que no esté en esta foto verde de aquí a 10 años, no ocupará un puesto relevante, al menos en el mercado internacional.

Además, para aquellas firmas realmente comprometidas existen herramientas que calculan las emisiones y la huella de carbono que generan. España cuenta con una oficina de Cambio Climático en el Ministerio de Medio Ambiente. «El primer año se registraron 77 huellas de 62 organizaciones y actualmente hay más de 600. Ahora es voluntario, pero en un unos años será obligatorio», alertan desde el Club de Excelencia en Sostenibilidad, que realiza actividades para promover el crecimiento sustentable.

Pero lo que ya es exigible es que aquello que se promulga como una práctica voluntaria sea cierto. Las firmas deben emitir un informe que evalúe la aplicación de esta política y sus resultados cualitativos y cuantitativos. Además, «la Ley en materia de Información no-financiera y diversidad de diciembre de 2017 obliga a las empresas de más de 500 empleados a publicar la información no financiera en relación al medio ambiente y otras cuestiones sociales», explican desde el Club de Excelencia en Sostenibilidad.

Fuente: EL MUNDO

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