Cada vez son más los consumidores que se suman al concepto “eco” y se interesan por el compromiso ambiental de los productos y servicios que adquieren, para ejercer, en la medida de lo posible, un consumo responsable.
Lo mismo sucede con las empresas fabricantes y proveedoras de productos. Aunque tradicionalmente no era su prioridad el impacto que pudieran tener sus productos en nuestro entorno, ahora conscientes de la creciente sensibilidad de los consumidores en cuanto a la problemática medioambiental, diseñan y comercializan productos que satisfacen estas necesidades ecológicas.
Y para dar a conocer las cualidades medioambientales de sus productos y diferenciarlos de otros similares en el mercado, surgieron las etiquetas ecológicas o ecoetiquetas. Un sistema de calificación ambiental que certifica o acredita mediante una simbología, que los productos se han producido de manera respetuosa con el medio ambiente.
Pero la proliferación de estas etiquetas “verdes” y su uso indiscriminado, al no existir un estándar a la hora de comunicar la información y al no estar respaldado por criterios comunes y científicos, creó una confusión entre los consumidores sobre la veracidad de las afirmaciones que realizaban en los productos.
Por eso y con el fin de garantizar una comunicación transparente y fiable entre la sociedad y las empresas en materia de consumo respetuoso con el medio ambiente, hoy en día contamos con criterios normalizados a nivel internacional para ecoetiquetas y están descritos en las normas ISO.
Criterios para solventar este problema comunicativo
Son tres tipos de etiquetas:
Ejemplos de ecoetiquetas, ¿sabemos identificarlas?
En la actualidad podemos encontrarnos con cientos y cientos de etiquetas que garantizan que nuestros productos o servicios son sostenibles. Pero recordar el significado y la utilidad de cada una de ellas es prácticamente imposible, por eso, proponemos repasar las ecoetiquetas que más se usan en nuestro mercado:
Eficiencia energética
Nos informa mediante un código de letras correlativas (de la “A” a la “G”, siendo A la mejor calificación y G la peor), el consumo del aparato en relación al consumo medio de un aparato de similares características.
UE Energy Star
Los equipos que disponen de esta etiqueta, como pueden ser los monitores de ordenador, impresoras, escáneres, fotocopiadoras y aparatos de fax, disponen de características de ahorro de energía que les permite pasar a un estado de reposo en el que el aparato consume menos energía y, en consecuencia, genera un importante ahorro energético y económico.
FSC – Certificación forestal
Es un organismo internacional que certifica que los bosques se han gestionado respetando el medio ambiente y los derechos humanos. Está integrado por asociaciones ecologistas, silvicultores, industrias de la madera, organizaciones indígenas e instituciones de certificación. El FSC etiqueta la madera, papel, corcho, etc., que provienen de estos bosques certificados. http://www.es.fsc.org/
Etiqueta Ecológica de la Unión Europea
Identifica de forma voluntaria los productos y servicios (salvo la alimentación, bebidas y fármacos) que durante su etapa de fabricación tienen un impacto ambiental reducido. Para la concesión de esta etiqueta se tienen en cuenta los impactos en: el uso de los recursos naturales y energía; emisiones a la atmósfera, agua y suelo; deposición de los residuos; ruido y efectos sobre los ecosistemas.
Marca AENOR-Medio Ambiente
AENOR es la Asociación Española de Normalización y Certificación. Se trata de una marca de conformidad con normas UNE de criterios ecológicos, concebida para distinguir productos que tengan una menor incidencia en el medio ambiente durante su ciclo de vida.
Bandera azul
Es el símbolo europeo de calidad y respeto al medio ambiente. Se concede anualmente a todas las playas y puertos que cumplen una serie de requisitos relacionados con la calidad del agua, la gestión medioambiental y la seguridad o servicios ofrecidos. En Euskadi este año han ondeado cinco banderas azules.
Las toallitas, un ejemplo de mal etiquetado
Un ejemplo del daño medioambiental que puede causar un mal etiquetado es el caso de las toallitas higiénicas. En el envase de algunas de estas toallitas, se indica que se pueden tirar por el inodoro alegando que son biodegradables. No es así, para que se pueda tirar por el inodoro deben de ser fushables, es decir que se deshagan antes de llegar a la depuradora. Este problema está ocasionando grandes problemas económicos y medioambientales en todo el mundo. Un correcto etiquetado junto con la divulgación del problema (ya se están realizando campañas como #Noalimentesalmonstruo) facilitaría al usuario un cambio de hábitos y con ello su solución.