Hoy en día el compromiso parece claro, no hay empresa, persona o institución que no esté llena de buenas intenciones, pero debemos preguntarnos, ¿es suficiente que dediquemos nuestros esfuerzos sólo a nuestra “parcela”? La repuesta no es una sorpresa: NO. Ha llegado el momento de que tomemos medidas, cada uno en su ámbito de actuación, pero colaborando con otras partes del ciclo de vida. Es necesario un compromiso que una a todos los actores participantes, un ámbito de colaboración entre diferentes sectores, no solo dentro de nuestro campo.
Gobiernos e instituciones públicas
Uno de los actores principales son las instituciones y gobiernos que, en general, no pueden estar más de acuerdo con los objetivos que las políticas medioambientales persiguen. Surgen numerosas iniciativas más o menos entusiastas. El problema está en cómo llevarlas a cabo. No es fácil lograr el consenso.
Euskadi, por ejemplo, es un país comprometido con la lucha contra el cambio climático. La Estrategia de Cambio Climático-Klima 2050 del Gobierno Vasco es una herramienta transversal y coordinada entre todos los departamentos que contempla las políticas de los tres territorios históricos. Este espíritu de colaboración es el camino para lograr soluciones eficaces.
Y por eso, en esta política de compromisos compartidos, Euskadi se ha adherido a la Comunidad #PorElCLima, liderada por ECODES, donde ciudadanía, empresas, organizaciones y administraciones se unen para pasar del compromiso a la acción. Una iniciativa que surge para impulsar al conjunto de la sociedad, ayudando y facilitando la ejecución de acciones para frenar el cambio climático.
Empresa y ciudadanía
No todo queda en manos de las instituciones públicas. Como un actor más, desde el sector medioambiental, trabajamos sobre todo en la medición y adaptación, pero también podemos actuar en la mitigación, especialmente a través de la Economía Circular. Las últimas “tendencias” afirman que, por ejemplo en la industria, los residuos industriales que se generan en los parques o polígonos deben separarse en origen y trabajar en alternativas sobre determinados vertidos. Una adecuada gestión de residuos y aguas residuales permite reducir el consumo energético y de recursos, reduciendo la emisión de CO2 y otros GEI.
Esta actuación es correcta e imprescindible, pero no debemos olvidar el resto de fases del producto donde se pueden aplicar modelos como el Lean manufacturing o el ecodiseño. Supone un esfuerzo y muchas veces una gran inversión económica, pero ya es hora de que las empresas consideren estas actuaciones como mejoras y un valor añadido a sus productos o servicios.
Por otro lado, la ciudadanía también tiene la tendencia de actuar en la fase final del ciclo. A la hora de comprar no tenemos conciencia medioambiental y nos conformamos con el reciclaje en casa de los diferentes residuos, pero deberíamos plantearnos como proceder antes. ¿Sabe la ciudadanía cuáles son los efectos del desperdicio de alimentos sobre el medio ambiente? Las cifras hablan por sí solas, cada año se desaprovecha en el mundo más de 1300 millones de toneladas. Un tercio de la producción normal.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, nos alerta sobre los efectos de esta situación:
¿No es la hora de concienciarnos de que, colaborando entre todos, creamos sinergias que nos ayudarán a lograr antes y de manera más efectiva un mundo mejor? El cambio climático ya está aquí, y está en nuestras manos atajarlo o dejar la responsabilidad a generaciones no tan lejanas.