Finas capas de plástico sujetan unos pimientos verdes dentro de una bandeja, envuelven una lechuga o tapan una pieza de embutido o una bandeja de canelones preparados. El papel film es una constante en los establecimientos comerciales (de alimentación, pero no solo), hasta el punto de representar casi la mitad (48%) de todo el plástico utilizado en los envases y embalajes en España. Y a pesar del volumen de residuos que genera, prácticamente todo se queda en esto, en material que acaba en el vertedero o quemado. Solo el 3% se recicla, según recoge un estudio que repasa las cifras de recuperación de envases y reciclaje en el Estado, cifras a años luz de lo que exige la normativa europea.
El trabajo, dirigido en la publicación Sustainable Production and Consumption, también pone de manifiesto que la recogida separada de todo tipo de envases de plástico en el Estado es mucho más baja de lo que dicen las estadísticas: la reduce a un escaso 15% sobre el total de lo que se pone en circulación en el mercado. La cifra está lejos de las cotas del 48% o incluso del 70% de reciclaje que asegura Ecoembes, la sociedad privada y sin ánimo de lucro participada por la industria y la distribución que se encarga de gestionar estos residuos en España. A partir del cruce de datos existentes, el trabajo hurga una vez más en la realidad de que las cifras oficiales de recogida selectiva de envases «no cuadran» respecto a lo que pasa realmente, explica uno de los autores, el investigador de Elisava José López Aguilar.
Baile de cifras aparte, alerta López, hay que abordar el reto del reciclaje del plástico real haciendo cambios «aguas arriba» de la cadena, es decir, en el diseño y la fabricación del propio envase. Hoy ya hay diferencias importantes según el tipo de plástico de que hablamos: mientras el reciclaje del papel film es prácticamente inexistente –según López, el único que se aprovecha es el que proviene de envolver palés industriales, que después acaba convertido en bolsas–, el plástico más rígido como el de las botellas de detergente (el HDPE) está en las antípodas y se recicla el 30% de lo que se pone en el mercado. «Puede ser porque son botellas identificables y existe la percepción de que sabe peor tirarlas donde no toca», apunta el experto.