“El plástico está cambiando la naturaleza fundamental de los océanos”

Posted by aclimaadmin | 07/07/2017 | Noticias del Sector

La basura que acumulan los mares es un nuevo ecosistema desconocido para esta microbióloga.

La bióloga marina Linda Amaral tiene el dudoso honor de haberle puesto nombre a un nuevo ecosistema terrestre, la plastisfera. El término se inspira en biosfera, que engloba a todos los seres vivos que hay sobre el planeta. Desde hace años, esta investigadora del Laboratorio de Biología Marina en EE UU —después del verano comenzará a trabajar en el Real Instituto de Investigación Marina de Holanda— ha estado recorriendo mares y océanos para recolectar muestras de plástico. Algunos cálculos señalan que hay hasta 245.000 toneladas de plástico en el mar y cada año llegan otros ocho millones de toneladas. Los efectos más visibles de este basurero flotante son los animales atrapados o intoxicados por los trozos más grandes. Es solo la punta del iceberg, pues la mayoría de los fragmentos que hay en el mar tienen el tamaño de un trozo de confeti o menos. Estos materiales están cambiando la esencia de los océanos, dice Amaral (Massachusetts, 1968), aunque aún apenas se sabe cómo ni cuánto. De visita en Madrid para participar en un simposio organizado por la Fundación Ramón Areces, Amaral explica en esta entrevista por qué los microbios pueden ser la respuesta.

Pregunta. ¿Qué es la plastisfera?

Es la capa de vida que hay encima del plástico, no solo en el océano, sino en cualquier lugar donde hay este material, agua y microbios. En cuanto un trozo de plástico llega al agua, las bacterias lo colonizan. Básicamente han encontrado un nuevo hábitat en el océano, uno que no existía hasta hace poco. Hemos estado estudiando este nuevo ecosistema en muchas partes del mundo, incluyendo en los giros oceánicos donde se concentran estos residuos.

Respuesta. ¿Cómo de grande es este ecosistema?

Lo interesante del plástico, y es una de las razones por las que no hemos sido conscientes de la magnitud del problema hasta ahora, es que, al contrario de lo que sale en los medios, que hablan de grandes islas de basura, realmente no es así. Se trata de trozos del tamaño del confeti, de menos de cinco milímetros, que se acumulan en los giros. El problema ha permanecido invisible. Como ya se trabajaba en el estudio del plancton marino, hemos recogido estos residuos del océano y gracias ello empezamos a entender mejor la magnitud del problema y su distribución.

P. ¿Qué tipo de impactos tiene este plástico en la vida marina?

El impacto más visceral es el de los mamíferos atrapados en redes de plástico. Estos animales se comen grandes trozos de plástico, se atragantan y sufren malnutrición porque sienten que su estómago está lleno. Lo que hace mi laboratorio es analizar problemas más sutiles, menos conocidos y difíciles de explorar. Esto incluye cómo el plástico está cambiando la naturaleza fundamental del océano. En el centro del océano hay muy pocos nutrientes. Cuando los residuos llegan a estas zonas se convierten en una fuente de alimento porque atraen metales y otros compuestos de los que se nutren los microorganismos. Esta especie de oasis de plástico en mitad del mar está cambiando el ecosistema original. En mi laboratorio intentamos entender las diferencias entre este ecosistema y las aguas abiertas y limpias. También estudiamos la capacidad de los plásticos para transportar organismos. Claramente toda la cadena trófica está comiendo plástico y queremos saber si tiene un impacto a medida que se acumula en los diferentes organismos.

R. ¿Tienen ya algún resultado?

Hemos encontrado trozos de plástico con un 25% de vibrios [un grupo de bacterias]. Las vibrio son el agente causante del cólera. No todas las especies lo causan, pero muchas pueden provocar diferentes enfermedades en humanos y otras especies. Más allá de la salud humana, esto podría también tener impactos económicos. Por ejemplo la acuicultura puede verse afectada.

P. ¿No hay forma de limpiar la contaminación existente?

R. Las limpiezas de playas pueden acabar con los trozos grandes, pero la verdadera solución es pensar en cómo los plásticos de un solo uso acaban en el océano. Normalmente se debe a una mala gestión de los residuos. No estoy ni mucho menos en contra del plástico, como científica lo uso todo el tiempo, es un material que necesitamos como sociedad. ¿Por qué hacemos un material tan resistente y lo usamos solo una vez? No tiene sentido. Tenemos que hacer que el plástico sea más caro. He oído que no se recicla ni el 3% de todo el plástico reciclable. Claramente hay países que necesitan ayuda con esto. La basura marina no respeta fronteras, es un problema de todos. Incluso si no generas residuos puedes acabar sufriendo las consecuencias. Hay que afrontar que todos somos parte del problema, lo queramos o no. Deberíamos unirnos como una sociedad global y pensar en formas de detener el enorme flujo de plástico que llega al océano.

P. Usted está trabajando también en Río Tinto, un análogo de Marte ¿En qué concretamente?

Estoy estudiando patógenos como la legionela. Es un problema serio en la península Ibérica y también en EE UU. La mayoría de gente que estudia este patógeno no piensa en su ecología y evolución, en cómo se convirtió en un patógeno y qué hace en el medio ambiente cuando está en estado salvaje, por qué vive donde vive. Yo estoy interesada en estudiar este aspecto con científicos de Portugal en Río Tinto donde hemos encontrado legionela.

R. En su conferencia ha hablado de piratería ¿Por qué?

La legionela es un patógeno emergente. Antes de que hubiese agua caliente, torres de refrigeración, cabezales de ducha, máquinas de vapor, este organismo no era un patógeno para nosotros. Se convirtió en uno debido a los cambios en nuestro estilo de vida. Me interesa saber cómo pasó de ser un patógeno de microbios a otro de humanos. El estudio de bacterias de legionela como las de Ríos Tinto nos puede ayudar a entender cómo da el salto evolutivo para atacar a otras especies. Y nos ayuda a saber de dónde pueden surgir nuevos patógenos. La piratería viene de que hay microbios que se alimentan de bacterias. Normalmente las ingieren envolviéndolas en unas bolsas llamadas vacuolas. Las vacuolas tienen enzimas que comienzan a digerir las bacterias. Lo que hace la legionela para defenderse es robar genes de su huésped para engañarle y convencerle de que no es comida. Produce una vacuola especial que le ayuda a dividirse dentro del microbio hasta que lo conquista y lo mata. Entender mejor cómo la legionela puede usar tantas formas diferentes de robar genes para evadir un sistema inmune puede ayudarnos a saber cómo se convierte en un patógeno y cómo se expande.

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