Hace una década, apenas se depositaban en el contenedor marrón 3.428 toneladas de residuos orgánicos; hoy en día, esa cantidad se ha multiplicado por cuatro, hasta alcanzar las 13.738. Y es previsible que, a medida que su implantación continúe expandiéndose en el territorio, siga aumentando en el futuro. Tanto, que la actual planta de compostaje de Artigas está al borde de llegar a su límite. La Diputación ha buscado ya una alternativa que permita aprovechar toda esa materia orgánica que cada día separan en sus casas los vizcainos: una nueva planta de metanización que, a partir de esa basura, producirá biogás que podrá ser inyectado en la red de gas natural para generar calor y electricidad. Ubicada en el vertedero de Artigas, el territorio seguirá así la estela de países como Alemania o Suecia, en los que este gas se utiliza sobre todo para propulsar vehículos de transporte público.
Las opciones de tratamiento de estos residuos van desde el tratamiento biológico, como el propio compostaje y la biometanización, a tratamientos térmicos más complejos, como la gasificación. Actualmente, los más utilizados en Europa son el compostaje y la biometanización. Estos procesos solo se puede aplicar correctamente a los residuos biodegradables, por lo que es necesaria una recogida en origen de forma correcta, que en Bizkaia se garantiza actualmente al ser un contenedor que los ciudadanos utilizan de manera voluntaria. Además, también se aplican métodos biomecánicos una vez se trasladan a la planta, de forma que se pueda extraer y tratar la parte biodegradable, minimizando los impropios que llegan al proceso biológico.
La biometanización que se pondrá en marcha en Artigas es un proceso que degrada la materia orgánica en componentes químicos simples en ausencia de oxígeno, esto es, en condiciones anaerobias. Este proceso de degradación es más delicado de reproducir de forma artificial que el compostaje, dando que implica diversas bacterias activas en diferentes temperaturas, diferentes niveles de PH, etc. El proceso produce un compuesto de fibras, que puede compostarse posteriormente, y un biogás, mezcla de metano, dióxido de carbono y de vapor de agua que, una vez purificado, puede utilizarse como fuente de energía para la producción de calor y electricidad.
La nueva planta de valorización de residuos orgánicos se ubicará en la vaguada de Artigas y ocupará una superficie aproximada de 8.300 metros cuadrados. Se ha elegido esta ubicación para utilizar poder utilizar equipamientos ya existentes, cerca del origen y potencial destino de los residuos recuperados, de forma que se minimiza el impacto ambiental que supone el traslado de los mismos.
Tendrá capacidad para tratar 50.000 toneladas al año de esta fracción y constará de varias zonas: una de pretratamiento, al que llegarán los residuos orgánicos y se realizará una criba húmeda; una de digestión, con tres aparatos que es en la que produce el biogás; una de enriquecimiento, y un área final para el compostaje de las fracciones sólidas.
La planta en sí se distribuirá en dos plataformas, situadas a diferentes alturas. Aunque se utilizarán algunas naves existentes, la mayoría serán de nueva construcción. Todas ellas se reacondicionarán o se construirán cerradas, para evitar olores en el entorno.
El proceso se inicia con la recepción de los camiones que transportarán los residuos del contenedor marrón, para lo cual se habilitará una zona de almacenamiento. El primer paso consistirá en separar la fracción orgánica de los embalajes, que puede ser también recuperado. El residuo orgánico se almacenará en un foso, en el que se diluirá y se molerá hasta convertirlo en partículas de unos 12 milímetros. Tras separar las partículas que sobrepasen ese tamaño, el resto se almacenará en un tanque denominado pulmón, desde el cual se bombeará hacia cada uno de los digestores anaerobios, que es donde realmente se obtiene el biogás que después pasará a una zona de enriquecimiento. De forma circular, cada uno de ellos tendrá un diámetro de 13,67 metros. Se calcula que se producirá 5,9 millones de Nm3 al año de biogás.
La nueva planta estará preparada también para producir compost con la materia que se ha ido rechazando en cada uno de los procesos y que se mezclará con productos vegetales para contribuir a regular el contenido de humedad y proporcionar la porosidad necesaria para su adecuada aireación.
Garbiker ha sacado a licitación la concesión tanto de las obras como de la gestión de la infraestructura, con un valor estimado de 75,6 millones de euros por 50 años. l
Biometano
Fuente: Deia