La necesidad de contener la expansión del virus nos obligó a echar el freno de mano de forma abrupta. De la noche a la mañana, tuvimos que paralizar la actividad económica y confinarnos en casa. Y fue esa medida de fuerza mayor, curiosamente, la que nos permitió descubrir que el cielo también es azul en ciudades como Delhi. Que las montañas siempre han estado ahí, pero estaban ocultas por la polución. O que en las grandes ciudades, cuando el ruido del tráfico cesa, también hay pájaros que cantan al amanecer.