Es el momento de la movilidad sostenible

Posted by aclimaadmin | 21/05/2020 | Sector News

Gracias a las reflexiones del equipo investigador de Orkestra en esta serie, estamos viendo que la crisis provocada por la COVID-19 tiene múltiples y complejas implicaciones para la sociedad, las empresas y las instituciones. Lo cierto es que el denominador común que define este episodio de nuestras vidas es lo personal. La incertidumbre sobre la salud y la economía, los proyectos truncados, distancias de pocas calles que ahora parecen infinitas y, sobre todo, la honda tristeza de no poder despedirnos de quienes nos dejan.

Así que voy a abordar este asunto así, desde lo personal. Y me voy a referir a una conversación que tuve el otro día con mi abuela, confinada en su piso de Oviedo, en una de esas llamadas que todos hacemos a familiares para relajar el aislamiento. Me dijo que le había sorprendido saber que en Abándames, su pueblo natal apartado en el extremo oriental de Asturias, no había ni un solo caso del “dichoso” virus. “¿Cómo es posible?” se preguntaba. Algo que ocurre en miles de poblaciones en todo el mundo que permanecen impermeables a la pandemia, protegiendo a muchos de nuestros mayores.

Mundos grandes y pequeños, pero conectados

En contraste con los pequeños núcleos poco poblados y comunicados, las ciudades son entornos especialmente vulnerables en esta crisis debido a la aglomeración y la conectividad, tal como apuntaban en esta misma serie M. Albizu y M. Estensoro hace unos días. Estos dos factores están estrechamente relacionados con la movilidad de personas y mercancías, que en un sentido amplio incluye vehículos, infraestructuras (viarias y energéticas), ordenación del transporte y, cada vez más, tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Pero, ante todo, a las personas.

La ONU estima que la población mundial que vive en ciudades pasará de un 55 % en el año 2018 a un 68 % en 2050. La creciente urbanización, que en un 90 % tendrá lugar en Asia y África, plantea un desafío en relación a las grandes ciudades, su conexión y la gestión de crisis futuras. Por ello, la movilidad se sitúa en el centro de este desafío, ahora y en el largo plazo.

Normalmente, disponer de un amplio sistema de movilidad supone una ventaja competitiva, pero estos días se ha convertido en un facilitador del contagio. La reducción drástica del transporte es uno de los pilares maestros de las políticas de reacción. Y esto obliga a afrontar el dilema de mantener la funcionalidad de un sistema esencial, y a la vez prepararnos para vivir sin ello, pero reduciendo en la medida de lo posible el impacto socioeconómico.

Esto es transversal a ciudades, regiones y Estados. Uno de los ejemplos más ilustrativos es el recorte del tráfico aéreo. Su fuerte caída ejemplifica cómo el transporte se posiciona como uno de los sectores más afectados, y cuya interrupción impacta en las cadenas globales de suministro e incontables actividades económicas. La ausencia de movimiento representa un cuello de botella que contribuye al ciclo de retroalimentación entre shocks económicos de oferta y de demanda que MJ. Aranguren señaló al comienzo de esta serie, e influye de manera importante en el mercado mundial de petróleo (ver el análisis de J. Fernández).

Un cambio forzoso de perspectiva

En el plano urbano y empresarial, la necesidad de frenar los desplazamientos y las recomendaciones sanitarias de primar el transporte individual, ponen en jaque a uno de los grandes objetivos de la movilidad sostenible: la priorización de un sistema de transporte público, intermodal y capaz de cubrir una amplia variedad de necesidades y geografías.

Como un fogonazo, en pocos días ha resultado imperativo “individualizar” la movilidad y reducir las tasas de ocupación. Se trata de un shock para los operadores de transporte, especialmente los privados, y que no solo afecta al transporte colectivo, sino a otra de las grandes tendencias de la movilidad: la compartición. Algunas de estas modalidades (carsharingbikesharing¸ carpooling, etc.), que estaban demostrando cambios sociales y generacionales, y para las que diversas compañías estaban innovando en modelos de negocio, se enfrentan en esta situación a la paradoja de combinar lo social y común con el distanciamiento.

En conjunto, la caída de la actividad del transporte público en España ha sido la más fuerte de entre los países miembros del Foro Internacional del Transporte (ITF), con un descenso del 88% frente a una media del 64%…leer más

Fuente: ORKESTRA

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