Los ciudadanos corrientes podemos tener la sensación de que nuestros hábitos y decisiones diarias no tienen un gran impacto en el medio ambiente. La contaminación del agua, el reciclado, la polución del aire y la degradación de los recursos son asuntos tan grandes que pensamos que atañen sobre todo a las administraciones y las grandes empresas. Sin embargo, es hora de que empecemos a ser conscientes que con unos sencillos cambios en nuestra conducta podemos conseguir una mejora medioambiental notable.
Nos estamos refiriendo en concreto al correcto uso y eliminación de las toallitas húmedas. Estas toallitas están generando un grave problema medioambiental, por los atascos provocados tanto en los hogares como en las redes de saneamiento, con los perjuicios económicos, medioambientales y de salud pública que ello conlleva. No es un tema baladí, ya que, según datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Aguas y Saneamientos, se cuantifica en 200 millones de euros anuales las pérdidas provocadas por esta cuestión.
En resumidas cuentas, el aumento del consumo de estos productos ha originado que se acumulen en las redes de saneamiento, ya que los consumidores las arrojamos erróneamente al inodoro con la consiguiente contaminación en ríos y mares.
Productos mal etiquetados
En algunas ocasiones los fabricantes emplean mensajes que inducen al consumidor a considerar estos productos como sostenibles, biodegradables o similares al papel higiénico cuando no es así en absoluto. Se estima que aproximadamente el 94% de las toallitas húmedas que se comercializan en el Estado son productos no degradables ya que no se disuelve cuando entran en las redes de saneamiento, donde acaban acumulándose.
Además, en el etiquetado de estos productos no se acostumbra a especificar claramente que no deben tirarse por el inodoro, con lo que los consumidores no estamos suficientemente advertidos de los riesgos y problemas que esto conlleva.
Otro de los términos confusos en relación con las toallitas es atribuirles que son biodegradables, como sinónimo de desechable. Como indica nuestra directora Kristina Apiñaniz, “Una manzana también es biodegradable y por eso no la tiramos al wáter”
Y lo cierto es que los problemas que pueden causar son reales y palpables. Son múltiples las noticias e imágenes de atascos en todas las ciudades, como hace unos meses que una bola de toallitas húmedas del tamaño de seis coches colapsó un colector de aguas residuales en Donostia.
Las administraciones toman cartas
Esta problemática está encontrando eco entre las administraciones públicas y los representantes políticos, que cada vez se muestran más preocupados por el asunto, y lo demuestran con acciones concretas.
Recientemente, la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina se ha comprometido a trasladar a Europa el debate sobre las toallitas húmedas, ya que no se trata únicamente de un problema que afecte a España. No en vano, la OCU calcula que el coste de tratar estos residuos supone entre 500 y 1.000 millones de euros en Europa.
Lo fundamental es tomar conciencia del problema y vigilar los hábitos de eliminación de residuos en nuestros hogares. Debemos tener claro que por el retrete tan sólo hemos de verter el papel higiénico, y no otros productos como las toallitas húmedas, aceites, productos tóxicos, medicamentos… etc.
La solución es sencilla: No tiremos las toallitas higiénicas por el váter. Basta con colocar una papelera al lado del inodoro y usarla para arrojar estos residuos.
Aclima, coordina la campaña “No alimentes al Monstruo”, orientada a alertar a la ciudadanía de las consecuencias de verter toallitas higiénicas, aceites y medicamentos por el inodoro y promover hábitos responsables. En ella participan ocho entidades: la Agencias Vasca del Agua (URA), el Consorcio de Aguas de Bilbao Bizkaia, Aguas Municipales de Vitoria (AMVISA), Aguas del Añarbe, Consorcio de Aguas de la Rioja Alavesa, Consorcio de Aguas de Busturialdea, Katauriko Urkidetza y Servicios de Txingudi.
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