Los desastres climáticos provocan pérdidas de 65.600 millones de euros en seis meses

Posted by aclimaadmin | 03/09/2021 | Sector News

Un estudio recién publicado estima que los fenómenos meteorológicos graves, que están aumentando en cantidad e intensidad por el cambio climático, han provocado pérdidas por catástrofes a nivel mundial de 65.600 millones de euros sólo en el primer semestre de 2021

Una profunda helada invernal, inundaciones, tormentas de granizo, incendios forestales… A pesar de haber recorrido poco más de la mitad de este año 2021, el mundo ya ha sufrido en estos primeros seis meses una gran cantidad de fenómenos meteorológicos extremos que han causado numerosos problemas a poblaciones de países tan distintos como Alemania, Italia, Chile, Argelia o Estados Unidos. Una consecuencia del calentamiento global, que ya está aumentando la frecuencia y virulencia de los desastres climáticos según demuestran múltiples estudios y además tiene importantes impactos a nivel económico. Según las estimaciones preliminares del estudio Sigma de la aseguradora Swiss Re, las diferentes catástrofes naturales contribuyeron a pérdidas valoradas en 65.600 millones de euros sólo en la primera mitad de 2021, de los cuales 36.000 millones estaban asegurados, una de las cifras más altas de la última década.

En concreto, esos 36.000 millones se sitúan por encima del promedio de los últimos diez años, que está cifrado en 28.000 millones de euros, y es ya la segunda más alta registrada en un primer semestre después de 2011, cuando los grandes terremotos en Japón y Nueva Zelanda elevaron las pérdidas semestrales a 88.600 millones de euros. Eso sí, los desastres causados directamente por el hombre provocaron otras pérdidas aseguradas de 1.700 millones en la primera mitad de este año, un resultado menor al habitual y que refleja probablemente las restricciones provocadas por el COVID-19.

“Los efectos del cambio climático se están manifestando en temperaturas más cálidas, aumento del nivel del mar, patrones de lluvia más erráticos y mayores fenómenos meteorológicos extremos. Junto con el rápido desarrollo urbano y la acumulación de riqueza en zonas propensas a los desastres, los peligros secundarios, como las tormentas invernales, el granizo, las inundaciones o los incendios forestales, conducen a pérdidas cada vez mayores por catástrofes”, explica Martin Bertogg, responsable de peligros catastróficos de la aseguradora Swiss Re, una de las mayores del mundo. “La experiencia, en lo que va de 2021, subraya los crecientes riesgos de estos peligros, exponiendo a comunidades cada vez más grandes a eventos climáticos extremos. Por ejemplo, la tormenta invernal Uri alcanzó una magnitud de pérdidas similares a las que pueden causar peligros extremos como los huracanes”, ha incidido.

En cualquier caso, las pérdidas económicas mundiales por desastres climáticos se estiman en 65.600 millones de euros en el primer semestre de 2021, una cantidad que está por debajo de la media de los últimos diez años (92.000 millones de euros) aún es provisional: se espera que la cantidad aumente a medida que se contabilicen más pérdidas en los próximos meses, ya que la primera mitad del año tampoco es representativa de las cifras del año completo, porque el tercer trimestre históricamente es el más propenso a pérdidas en términos de catástrofes naturales.

Del total de pérdidas económicas estimadas en la primera mitad de 2021, 63.100 millones fueron causados por catástrofes naturales, mientras que los desastres causados por el hombre desencadenaron 2.500 millones adicionales. Sin embargo, esta sombría perspectiva económica no debe hacernos olvidar lo importante: cerca de 4.500 personas perdieron la vida o desaparecieron en catástrofes naturales en el primer semestre.

Peligro en aumento

Las pérdidas económicas derivadas de los desastres climáticos, aunque pueden ser sólo un adelanto de lo que está por venir, se deben a fenómenos concretos y localizados. En febrero, un período de frío extremo combinado con fuertes nevadas y acumulación de hielo en EEUU – comúnmente conocida como tormenta invernal Uri – provocó pérdidas aseguradas estimadas en 12.700 millones de euros, las más altas jamás registradas para este tipo de peligros en EEUU y alrededor del 38% de todas las pérdidas aseguradas estimadas por catástrofes naturales en la primera mitad de este año. En junio, inclemencias meteorológicas, como tormentas eléctricas, granizo y tornados, azotaron Europa, afectando a viviendas y vehículos en Alemania, Bélgica, Países Bajos, República Checa y Suiza. Las pérdidas aseguradas por esta actividad de tormenta convectiva se estiman en 3.000 millones.

Por otro lado, el calor extremo de finales de junio rompió récords de temperatura en el oeste de Canadá y el noroeste de EEUU, con temperaturas que alcanzaron más de 45 °C durante varios días consecutivos. El calor, junto con las severas condiciones de sequía, provocó incendios forestales que se extendieron hacia el sur de California.

Entrando en la segunda mitad del año, los desastres climáticos han seguido provocando grandes problemas. En julio se produjo una grave inundación que causó la destrucción de propiedades y la pérdida de vidas en Europa y China. Se espera que las inundaciones en Alemania y sus países vecinos causen pérdidas aseguradas sustanciales, estimadas solo en Alemania en más de 5.000 millones, según la Asociación Alemana de Seguros. En China, las graves inundaciones en la provincia de Henan provocaron reclamaciones aseguradas estimadas en 1.400 millones de euros, según la Comisión Reguladora de Banca y Seguros de China. Y ya en agosto, el calor extremo alimentó incendios forestales en Turquía, Grecia e Italia, que se espera que conduzcan a más pérdidas económicas y aseguradas

“El cambio climático es uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan la sociedad y la economía mundial. El reciente análisis del IPCC confirma las expectativas de un clima más extremo en el futuro y la urgencia de actuar para limitar el calentamiento global”, ha asegurado Jérôme Jean Haegeli, economista en jefe del Grupo Swiss Re, que pide fortalecer las alianzas entre el sector público y el privado para “ayudar a fortalecer la resiliencia de las comunidades al alejar el desarrollo de las zonas de alto riesgo, realizar inversiones de adaptación, mantener la asegurabilidad de los activos y reducir las brechas de protección”.

Fuente: El Ágora 

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