El acuerdo formalizado este martes en Glasgow no es vinculante, por lo que dependerá de la buena voluntad de los Gobiernos. Según adelantaba
El País, la Administración Biden y la Unión Europea, principales impulsor de la alianza, consideran que, de llevarse a raja tabla el plan de reducción de emisiones, se podría limitar el calentamiento del planeta 0,2ºC a mediados de siglo. Sin embargo, los colectivos sociales reclaman que se eleve más la ambición y se apruebe
un recorte del 45% de las emisiones para finales de década.
Este pacto pacto apenas presta atención al sector ganadero y pone el grueso de las acciones sobre las emisiones de metano asociadas a la extracción minera de carbón. Una realidad que genera grandes limitaciones a la acción climática internacional, sobre todo porque los grandes países carboneros –como China, Rusia, Australia o India– no han firmado el compromiso.
Por otro lado, la escasa actuación sobre la ganadería es “una oportunidad perdida”, según los grupos ecologistas. Tanto es así que para este sector se dan soluciones muy técnicas y poco eficientes, como el desarrollo de suplementos para la alimentación animal, y se dejan de lado los planes más ambiciosos para reducir directamente la producción en las macrogranjas. Tampoco se hace mención a la necesidad de disminuir el consumo de carne en los hogares, algo que reclamaron varios científicos en The Lancet en la semana previa a la COP26.
“Es alentador que los gobiernos hayan prometido actuar sobre el metano, pero es decepcionante que ignoren a los mayores contaminantes: la industria cárnica y láctea. No se trata de agricultores individuales, sino de regular una industria dominada por un puñado de empresas multimillonarias que no hacen prácticamente nada para reducir sus emisiones de metano. Las grandes empresas cárnicas no son diferentes de las petroleras y los gobiernos no deberían darles un pase libre en materia de acción climática”, explica Nuša Urbancic, directora de Campaña de la Fundación Changing Markets.
En cualquier caso, es la primera vez que una Cumbre del Clima aborda de esta forma el problema del metano, un gas de efecto invernadero que a menudo parece ajeno a las políticas climáticas. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ya ha dado un paso en firme y este mismo martes, tras la formalización del compromiso internacional, ha anunciado que aprobará un nuevo reglamento nacional para reducir las emisiones de metano en el país.
Sarah Smith, directiva de Clean Air Task Force, ha celebrado este primer paso y ha emplazado a las delegaciones de los Gobiernos a continuar trabajando en la materia para asentar las bases de una nueva regulación internacional que “limpie” el cielo de metano durante la próxima década. “La reducción de la contaminación por metano se está convirtiendo rápidamente en un punto central de la política climática mundial. Cuanto más apoyo obtenga el Compromiso Mundial sobre el Metano en la COP, mejor”, ha valorado.
Contra la deforestación
La jornada ha arrancado con otros anuncios importantes. Tanto es así que a primera hora de la mañana se ha formalizado un acuerdo que, por primera vez, pone fecha de caducidad a la deforestación. Más de 100 países han firmado un nuevo convenio para poner fin a la tala intensiva de los bosques del mundo en 2030. Una fecha que, pese ser demasiado lejana, ha ido acompañada de la aportación financiera para reforestar los grandes ecosistemas verdes del mundo.