Plan Estratégico Aclima 2023-2026, los motores del cambio

Posted by aclimaadmin | 09/02/2023 | Aclima Blog

Recientemente Aclima presentó su Plan Estratégico 2023- 2026, que persigue reclamar el protagonismo del sector medioambiental vasco en la Transición Ecológica de Euskadi. Para ello, propone situar la sostenibilidad y la implantación de los ODS como prioridad para las empresas vascas, aprovechando el carácter transversal y tractor del sector que le permite promover proyectos de economía circular, descarbonización y digitalización. En el Plan Estratégico se definen tres motores de cambio para impulsar al sector medioambiental: la Transición Ecológica, la Agenda 2030 y la propia Competitividad del sector.

En el Plan Estratégico se identifican las oportunidades de innovación y desarrollo para el próximo periodo, con la idea de aprovechar la transversalidad del sector ambiental y la capacidad dinamizadora de Aclima para fortalecer la competitividad y la generación de empleo de la economía vasca.

En este sentido, Aclima ha escogido tres motores de cambio sobre los que apuntalar el fortalecimiento del sector del medio ambiente: Transición Ecológica, Agenda 2030 y la Competitividad, todos ellos interrelacionados y capaces de proporcionar a las empresas del sector de nuevas posibilidades para abordar los grandes retos del futuro que se nos plantean. Con este objetivo en mente, la colaboración y cooperación de todos los sectores es un factor imprescindible que el sector medioambiental puede y debe liderar, gracias a su transversalidad y ajuste con las tendencias que se promueven desde las estrategias europeas.

El concepto de “motores de cambio” se refiere a los impulsores de las oportunidades derivadas de los desafíos tecnológicos, económicos, regulatorios, etc.

Transición ecológica

Este primer motor de cambio engloba las diferentes estrategias y medidas tomadas en los campos económico, social y político, para la transformación verde de la economía, para la mitigación y adaptación al cambio climático y para la protección de la biodiversidad y los recursos naturales.

La realidad es que el impacto humano en el medio ambiente ha provocado fenómenos como el calentamiento global o la degradación de la biodiversidad, que influyen en la calidad de vida y la salud de las personas y del mismo planeta. La ONU advierte que desde ahora hasta 2026 la temperatura media anual será entre 1,1°C y 1,7°C superior a los niveles preindustriales, correspondientes a la media del período 1850-1900. Ante esto, iniciativas como el Acuerdo de París y el Pacto Verde Europeo se erigen como agentes del cambio para impulsar la descarbonización de la economía. La reducción de emisiones es el único camino para paliar los efectos del cambio climático, que incluyen el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, desastres naturales y otros efectos con una incidencia gravísima en la vida de la población y en la economía, ya que la naturaleza es la fuente de los recursos que la industria necesita para funcionar e impulsar el desarrollo económico.

La transición ecológica supone la transformación del modelo económico tradicional por uno basado en la Economía Circular, en el que se incremente sensiblemente el aprovechamiento de los residuos y se tenga en cuenta el impacto ambiental como un elemento imprescindible para el diseño de los productos y servicios.

El Pacto Verde Europeo promueve políticas que buscan trasladar a la realidad del continente la Agenda 2030 de Naciones Unidas, orientando el crecimiento económico hacia un desarrollo sostenible en el que lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad sean prioridades absolutas. Para ello, una de las acciones más importantes es la transformación del modelo económico tradicional por uno basado en la circularidad.

En la actualidad vivimos un momento clave en el que, a pesar de haber comenzado a desarrollar planes en favor del desarrollo sostenible, queda aún un largo recorrido hasta conseguir que la actividad humana no ponga en riesgo la salud de las personas y del planeta.

Agenda 2030

El segundo de los motores, la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, detalla 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), desgranados en distintas metas y acciones específicas referidas a los ámbitos económico, social y ambiental. Surgida en 2015 como continuación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) de la ONU, su influencia es global y cuenta con iniciativas relacionadas como el Pacto Mundial de la ONU que proveen a las empresas de herramientas para que, independientemente de su tamaño y capacidades, puedan contribuir a la transición ecológica, incorporando acciones que favorezcan el desarrollo sostenible a sus estrategias corporativas.

Por todo esto, Aclima adopta la Agenda 2030 y los ODS como marco de referencia para la elaboración de su plan estratégico y para la consecución de sus objetivos y líneas de actuación principales. Somos conscientes de la capacidad de influencia y actuación del sector ambiental, basado en su carácter transversal, para contribuir a la necesaria transición ecológica. Por ello planteamos una visión ambiciosa y reivindicamos el liderazgo del sector en el cambio de paradigma.

De esta forma, queremos que la Comunidad Aclima refuerce su posicionamiento como referente del sector medioambiental en Euskadi, a la vez que garantizamos su compromiso con todos los sectores económicos para apoyar e impulsar la transición ecológica a través de la incorporación de la Agenda 2030 en sus organizaciones y actividades.

La competitividad del sector medioambiental

Este concepto es el tercer motor de cambio que Aclima plantea, porque pensamos que tanto la competitividad como la capacidad de resiliencia del sector son indiscutibles. Tras los efectos de la pandemia las empresas medioambientales no solo han manteniendo su empleabilidad, sino que avanzan generando cada vez más empleo. Además, las oportunidades que presenta la transición ecológica y el modelo económico circular crean cada vez un número mayor de nuevos tipos de trabajos relacionados con el sector.

También la transversalidad del sector medioambiental incide en su nivel competitivo, gracias a su gran capacidad de aportación a otros sectores económicos y sociales en su proceso de transición ecológica, contribuyendo además al aumento de la competitividad del resto de sectores.

Otro aspecto a considerar es que en un contexto del desarrollo sostenible las empresas deben conjugar la rentabilidad económica con otras variables, destacando los ámbitos de lo social y lo medioambiental. En este sentido, surge para las organizaciones una nueva oportunidad de contribuir al cambio, a través de la incorporación de los criterios económicos, sociales y de gobernanza (ESG). En la actualidad, las normativas europeas ya están obligando a las empresas de determinada dimensión y capacidad a integrar en sus reportes información no financiera que permita conocer más sobre la empresa que lo puramente económico; y cada vez más inversores toman en consideración estos factores a la hora de dirigir su dinero. Desde el sector ambiental debemos promover que las empresas adopten estos criterios antes de que se convierta en una necesidad u obligación, para así convertirlo en una ventaja competitiva.

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