Control de la calidad del agua, clave de la seguridad ambiental y la salud humana

Posted by aclimaadmin | 05/05/2023 | Aclima bloga

Es evidente que el agua es la fuente de la vida y, por tanto, asegurar la calidad en los recursos hídricos para abastecimiento humano es una de las labores de mayor relevancia en nuestras sociedades. Según la OMS, cada persona necesita de entre 50 a 100 litros de agua al día para garantizar la cobertura de las necesidades básicas, pero esta media se supera con creces en los países desarrollados. Aunque nuestro planeta contiene unos 1.386 millones de kilómetros cúbicos de agua, solo el 2,5% del total es agua dulce, el 0,5% de ella se encuentra en depósitos subterráneos y el 0,01% en ríos y lagos. Teniendo en cuenta que el agua es un recurso imprescindible para todos los seres vivos, la agricultura y los servicios industriales controlar su calidad y aprovecharla de la mejor manera posible es una necesidad ineludible.

Según un estudio realizado en 2017 por la European Federation of National Associations of Water Services (EurEau), la media de consumo de agua por persona en Europa es 128 litros al día. España se situaría por encima del promedio, EurEau calcula que cada ciudadano del estado emplea 140 litros por día, mientras que los últimos datos del INE disponibles (de 2014) indican que la media estaría en 132 litros diarios. En cualquier caso, los expertos advierten que España será uno de los países europeos más afectados por el cambio climático, lo que provocará el aumento del estrés hídrico, que ya en 2019 la FAO calculaba en el 40,2% frente a la media europea del 8,2%. En este contexto, la importancia del control de la calidad del agua cobra especial importancia.

Directiva Marco del Agua

El agua de los ríos, lagos, pantanos y humedales europeos se someten periódicamente a evaluaciones de estado ecológico reguladas por la Directiva Marco del Agua, pero no siempre fue así. Desde 1962 el control de la calidad de las aguas superficiales en España lo gestionaba la Red COCA (Control Oficial de la Calidad del Agua). Con la entrada en la UE se actualizan las normas sobre calidad del agua y, tras la promulgación de la Directiva Marco del Agua en el año 2000 se aumentaron y estandarizaron los controles requeridos para garantizar una calidad óptima del agua en Europa.

Esta normativa supuso adoptar un enfoque ecosistémico, trascendiendo las tradicionales mediciones de composición química para entender las masas de agua como partes integrales de un macrosistema formado no solo por el agua, sino también por los elementos bióticos y abióticos que forman parte indivisible de ella (flora, fauna y microorganismos). De esta manera, no se le da tanta importancia al uso al que va destinada el agua, sino que se debe garantizar que el ecosistema del que procede se encuentre en un buen estado ecológico y químico. En caso de que no sea así, se obliga a establecer y ejecutar un programa de medidas para mejorar su situación ambiental.

Así, la Directiva establece la necesidad de conocer las especies; tanto de peces, macroinvertebrados o algas; representativas de cada masa fluvial y las que estuvieran en cada momento presentes. Con esta información se completa el análisis puramente químico, evaluando indicadores de tipo biológico, hidromorfológico y químico, para precisar el estado global de cada masa de agua.

El seguimiento de la calidad del agua corresponde a las Confederaciones Hidrográficas, en las cuencas intercomunitarias, y a las Agencias del Agua de las comunidades autónomas en las cuencas intracomunitarias. En la Ley de Aguas se establece que deben definirse objetivos y programas de calidad, de acuerdo con la planificación hidrológica.

Control de la calidad del agua

En el Real Decreto 817/2015 se informa de los criterios de seguimiento y evaluación del estado de las aguas superficiales y las normas de calidad ambiental, que quedan reflejados en la “Guía para la evaluación del estado de las aguas superficiales y subterráneas”, que puede ser consultada libremente.

En general, podemos decir que los planes hidrológicos son la principal herramienta para la gestión de los recursos hídricos y para garantizar el buen estado de las aguas superficiales y subterráneas. Esto es así porque recogen objetivos medioambientales específicos para cada masa de agua, determinan las medidas que competen a cada administración y detallan los programas de seguimiento del estado de las aguas.

En concreto, los programas de seguimiento de aguas superficiales comprenden el Programa de control de vigilancia, el Programa de Control Operativo y el Programa de control de investigación, así como el control adicional de las masas de agua del Registro de zonas protegidas de cada Demarcación Hidrográfica.

Para realizar el seguimiento del estado de las aguas superficiales y subterráneas se eligen unos puntos de muestreo en los que se realiza periódicamente el control de su calidad en función del programa de control asociado. De esta forma, puede estandarizarse el análisis del estado de las masas de agua para compararlo con las condiciones de referencia y controlar su evolución. Para ello, con cada ciclo de planificación se realiza una evaluación con datos agregados y, mediante este análisis, se determinan la periodicidad de toma de muestras y las sustancias a analizar en los muestreos siguientes.

En las redes de control se miden, además de parámetros químicos y fisicoquímicos, elementos de calidad biológicos e hidromorfológicos. También se estudian específicamente y con gran detalle los niveles de contaminación por vertidos y plaguicidas y la presencia de antibióticos. Además, en los puntos de control en zonas protegidas como, por ejemplo, aguas destinadas a abastecimiento o zonas de baño, se realiza un control adicional.

En concreto, en el caso de las aguas superficiales (ríos, lagos y embalses) se miden elementos de calidad biológicos, como la presencia y composición de flora acuática, invertebrados y peces; parámetros químicos y fisicoquímicos, como pH, oxígeno disuelto, amonio, fosfatos, nitratos, y otras sustancias como metales, plaguicidas, hidrocarburos aromáticos, etc.; parámetros químicos y fisicoquímicos, como pH, oxígeno disuelto, amonio, fosfatos y nitratos y, en función de la posible contaminación que puedan llegar a sufrir, otras sustancias como metales, plaguicidas, hidrocarburos aromáticos, etc.; y variables hidromorfológicas, como los caudales, la continuidad del río, la profundidad y estructura de los lechos fluviales y la estructura de la zona ribereña.

Para las aguas subterráneas se miden el nivel de las aguas y parámetros químicos y fisicoquímicos como pH, oxígeno disuelto, conductividad, cloruros, sulfatos, nitratos y, al igual que para las aguas superficiales, en función de la posible contaminación que puedan llegar a sufrir, otras sustancias como plaguicidas, metales, compuestos inorgánicos, entre otros.

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