La transición ecológica, una de las claves para superar esta crisis

Posted by aclimaadmin | 07/05/2020 | Sektoreari buruzko albisteak

El mundo que nos espera tras la pandemia del Coronavirus, ya a la vuelta de la esquina, será muy diferente al que hemos conocido hasta ahora. Nadie lo duda. Y aunque me desagradan, como repito cada día, términos como el de ‘nueva normalidad’, qué duda cabe de que el marco de relaciones económicas y laborales, al igual por supuesto del que tiene que ver con las sociales y con las políticas, no tendrá absolutamente nada que ver con el que hemos conocido en las últimas décadas.

Todos hemos aprendido ya, a marchas forzadas, que el teletrabajo será una de las claves para sobrevivir a esta crisis del coronavirus.

La tecnología será, sin ninguna duda, uno de los pilares de la empresa del futuro.

Pero el cambio de paradigmas que se producirá en el sistema económico y financiero va mucho más allá de los avances en materia tecnológica. Por ello, los grandes gigantes empresariales trabajan a marchas forzadas para poder aportar soluciones alternativas que puedan cambiar el mundo… ¡a mejor! Aunque sé que en este momento ser optimista parece casi una osadía imperdonable.

De entre todas las iniciativas que, a nivel mundial y día a día, van proliferando, me encanta la capitaneada por el CEO del gigante francés BNP Paribas, Jean-Laurent Bonnafé, junto a cuya firma aparecen varias decenas más de los mayores líderes empresariales franceses y que ha elegido un medio ‘de bandera ‘como plataforma: el diario francés ‘Le Monde’. En esencia, la tesis es que la recuperación y el nuevo despegue económico será, o sostenible y con el medio ambiente como indiscutible protagonista… ¡o no será!

Esta iniciativa, al igual que otras muchas que recorren el planeta, cuenta desde mi punto de vista, con una relevancia capital. Esta crisis económica es de una dimensión y de un impacto todavía difícil de cuantificar en detalle y cualquier oportunidad que pueda atisbarse tras el ‘desastre’ me parece providencial.

Todos los firmantes de este manifiesto coinciden en señalar que, en las últimas semanas, la mayor parte de los recursos, de manera casi hiperbólica, han sido destinados a afrontar y superar la presente crisis.

La tarea no era en absoluto menor: limitar los efectos del desplome y desarrollar los recursos financieros necesarios para asegurar una recuperación global del tráfico económico, del negocio, y hacerlo además de forma inclusiva.

Del dicho… ¡a los hechos!

Muchos gigantes empresariales se han puesto ya manos a la obra, y lo han hecho de la manera más ambiciosa posible: poniendo en marcha planes como tal vez nunca se hayan visto antes en la historia.

La dimensión de las medidas extraordinarias adoptadas por los diferentes gobiernos en forma de ambiciosos paquetes de ayuda para salvar las cuentas de un gran número de estados han llegado en un momento en el que ya, la economía mundial, llevaba algún tiempo embarcada en un proceso de reconversión, como respuesta a las transformaciones climáticas.

Tengo muy claro que los esfuerzos en esta dirección deben continuar. Es ineludible apuntalar la transformación medioambiental con el mayor énfasis posible en materia de justicia social.

Se trata, por lo demás, de unos planes de recuperación que deben ofrecer nuevas oportunidades de trabajo para millones de personas, siempre con la vista puesta en apoyar decididamente una transformación total. Sería ilógico pretender superar esta crisis con recetas del pasado y pensando solo en el corto plazo.

Energías renovables, transporte eléctrico y límpio: nuestros nuevos compañeros.

Lo que marcará el futuro, sin duda, será el desarrollo de las energías renovables, tanto en viviendas particulares como en grandes edificios, públicos o pertenecientes a entes privados. El desarrollo del transporte eléctrico o la expansión de las energías limpias (¡fuera los combustibles fósiles!) generadas eléctricamente, serán también pilares básicos de esta nueva era.

La cuarentena ha reducido la contaminación

Una de las paradojas que nos deja esta pandemia mundial es su beneficioso efecto sobre el medioambiente, la sostenibilidad y una mejora global en la salud del planeta.

Y es que, la cuarentena, ha provocado un efecto drástico en las emisiones contaminantes en las zonas más industrializadas y desarrolladas del planeta. Hacía décadas que las mayores urbes no aparecían tan limpias. Por comenzar por nuestro país, Greenpeace ha publicado en fecha reciente un informe en el que señala, con todo lujo de detalles, que Madrid y Barcelona, las dos ciudades más pobladas de España, registraron una reducción drástica… ¡de hasta un 60 por ciento!, en su tráfico urbano. Como es bien sabido, el coche propio es con diferencia el mayor causante de emisiones nocivas lo que ha provocado una caída brusca de la contaminación. Tal vez parezca una obviedad, como han tratado de señalar algunos representantes del más rancio populismo patrio para ridiculizar las declaraciones de algún ministro del Gobierno. Pero no por ello es menos real.

Los valores medios de dióxido de nitrógeno apenas alcanzaron, durante las primeras semanas del confinamiento, un 40 por ciento de los niveles máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud y por la Unión Europea. Todo hace pensar que esto seguirá siendo así mientras duren las medidas excepcionales adoptadas en la mayoría de los países y se controle, de manera férrea, el paulatino desconfinamiento de la población.

Esfuerzos globales, objetivos globales. ¡Unidos, lo lograremos!

Al margen, en cualquier caso, de la situación provocada por esta pandemia, las mayores corporaciones privadas del mundo, y entre ellas las financieras pero también las farmacéuticas y las tecnológicas en primerísima línea, continúan trabajando sin descanso en su compromiso de enfrentarse a la crisis climática.

La gestión ambiental en edificios, cambio climático y agua o tratamiento de residuos como papel o cartón, se revelan como nucleares. Solo después podrá abordarse la reducción de las emisiones que no se hayan podido minimizar o eliminar drásticamente con las medidas escritas anteriormente. Los objetivos de algunos gigantes cual es el de ser, ya en 2020, neutros en carbono, no son descabellados.

Hitos, a la vuelta de la esquina

Una de las fechas grabadas a fuego en el calendario de esta ambiciosa hoja de ruta es la que marca el COMPROMISO 2025: la estrella que guía todos los planes de recuperación de la economía mundial, pero de forma mucho más sostenible y solidaria.

Ya en 2018, no está de más recordarlo, la iniciativa RE100 se convirtió en el eje vertebrador a través del cual las empresas más influyentes del mundo se comprometieron a que su energía fuera 100 por cien renovable antes de 2050.

¿Ambicioso? ¡Claro! ¿Esperanzador? ¡Sin duda! ¿Posible? ¡Más nos vale!

¡Unidos somos más fuertes!

Fuente: EXPANSIÓN

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