Teresa Ribera: La recuperación debe ser verde y solidaria

Posted by aclimaadmin | 28/04/2020 | Sektoreari buruzko albisteak

La interconexión de la crisis sanitaria y ambiental nos obliga también a pensar nuestras respuestas a preguntas tan elementales como cuáles son las causas de la situación de fragilidad en la que nos encontramos y cómo queremos que sea la nueva normalidad hacia la que nos dirigimos.

Sin duda, hoy por hoy, el foco de la acción no puede estar más que situado en la lucha contra la pandemia y sus consecuencias inmediatas, las personas y sus necesidades básicas, pero no debemos obviar el día después y la necesaria recuperación de nuestras sociedades y economías ante estos retos globales para salir, entre todos, reforzados de esta situación.

Esta salida de la crisis debe construir ese futuro próximo pero también el lejano, y verse como una oportunidad para reorientar nuestro modelo de desarrollo y preservar beneficios ambientales que aportan calidad de vida a los ciudadanos y mejoran su salud.

El nuevo camino que construyamos no puede ni debe devolvernos a nuestra normalidad pasada. No cabe en la ecuación incidir en una economía lineal o en tecnologías que solo atentan contra nuestra salud y la del planeta.

Claramente la respuesta tiene que ser transformadora y justa, tiene que construir sociedades seguras, proteger los bienes comunes y anticipar los pulsos que se avecinan, y sobre los que ya hay evidencias.

La recuperación debe ser verde y solidaria. Es la única opción para generar oportunidades de empleo decente, riqueza y equidad que no podemos en ningún caso desaprovechar. Es la única opción para construir un país más seguro.

Para ello, debemos poner en el cetro de las decisiones públicas y privadas la acción frente a la emergencia climática, la transición energética, la sustitución del modelo económico lineal por otro circular, y la digitalización.

La descarbonización de la producción y el consumo, las energías renovables, la rehabilitación de nuestras viviendas, o la  movilidad sin emisiones están ya propiciando cambios vertiginosos y profundos en la economía, claves para atraer inversiones y financiación, desarrollar y atraer talento, garantizar la presencia en mercados cada vez más selectivos, estimular el crecimiento económico, y nueva industrialización. En definitiva, ser competitivos.

De la misma manera, adaptarse a los impactos del cambio climático es un imperativo para nuestra economía. En ausencia de medidas de adaptación, el cambio climático provocará importantes pérdidas económicas y de empleo. La adaptación de nuestras infraestructuras de costas, agua, o energía; las infraestructuras verdes, la conservación y recuperación de nuestros espacios naturales, o las soluciones basadas en la naturaleza cobran una enorme importancia en un país vulnerable donde sectores clave, como la agricultura o el turismo, tienen una gran dependencia del clima.

La sustitución del modelo económico lineal, basado en un esquema de producir, usar y tirar, por un modelo circular es fundamental para que nuestra economía gane en competitividad. En un marco de economía circular, la reutilización de recursos e insumos es clave.

Los bienes han de ser diseñados para su reutilización, la recuperación de materiales para reintegrarlos en las cadenas de producción debe convertirse en una realidad, y todo ello debe contribuir a reducir nuestros volúmenes de residuos y los impactos que generan en relación con el cambio climático y la contaminación de nuestros entornos.

Y es que la crisis también ha mostrado que nuestras economías dependen de cadenas de suministro muy vulnerables y dependientes del exterior. Las políticas de descarbonización, impulso a las energías renovables e introducción de parámetros de circularidad contribuirán no solo a mejorar nuestra huella ambiental, sino también a reducir nuestra dependencia del exterior.

Además, la apuesta de manera generalizada por un despliegue acelerado de la infraestructura digital de alta velocidad tendrá múltiples beneficios, en particular en las regiones rurales y desfavorecidas, y contribuirá también al logro de nuestros objetivos ambientales, reduciendo, por ejemplo, las necesidades de desplazamientos. Así, se estima que el trabajo desde el hogar y las videoconferencias se mantendrán en niveles más altos después de la crisis.

En este contexto, la Unión Europea cuenta con una oportunidad para consolidar un cambio que ya se había iniciado con una fuerte apuesta por la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad que debe consolidarse con el Pacto Verde Europeo, la nueva política de crecimiento de Europa.

El Plan de Inversiones de ese Pacto Verde prevé la movilización de un mínimo de un billón de euros de inversiones sostenibles en la próxima década. El mayor porcentaje de la historia de gasto público en acción por el clima y el medio ambiente con cargo al presupuesto de la UE. Este plan atraerá financiación privada y abrirá oportunidades en la mayoría de sectores pero muy especialmente en la energía, la movilidad sostenible, la transformación digital, la construcción eficiente, la agricultura, la industria o en las soluciones dirigidas a mejorar la protección de nuestros recursos y nuestra biodiversidad.

Ha llegado el momento de acelerar esos planes y transformarlos en acciones. Somos muchos, la mayoría, los que apostamos por esta línea pero no debemos dejar de hacer oír nuestras voces en un momento crucial como el que vivimos y en el que unos pocos quieren reavivar la alternativa inversa. Quieren volver a un pasado que ya ha demostrado ser injusto, insostenible y perjudicial para la salud de las personas.

En España no vamos a dejar pasar esta coyuntura sin sacar el máximo provecho y remar en la dirección correcta, sin dejar a nadie atrás. Estamos ante una oportunidad de estimular aquellos ámbitos en los que el bienestar de las personas y de nuestras ciudades, la transición ecológica, la transformación energética o la digitalización, son enormemente atractivos para recuperar el ritmo de nuestra economía, de nuestro empleo y de nuestra sociedad.

Ya contamos con un marco regulatorio estable, predecible y certero para la descarbonización y mejora de la resiliencia de la economía española que, sin duda, activará las palancas de la recuperación y la reanudación de la convivencia social que va a producirse en los próximos meses. Un espacio de bienestar y oportunidades para todos, en el que, por fin, se concilien las necesidades de las generaciones presentes y futuras.

Fuente: EFE VERDE

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