Tarjetas bancarias hechas con almidón de maíz y biomasa

Posted by aclimaadmin | 24/09/2019 | Noticias del Sector

En los hogares, en el comercio y ahora también en la banca. El planeta le ha declarado la guerra al plástico y CaixaBank se suma al reto con unas tarjetas biodegradables

Los datos son abrumadores. En 2017 se produjeron en el mundo 230 veces más toneladas de plástico que en 1950 y la ONU advierte que, si mantenemos este ritmo, en 2050 podríamos estar generando 12.000 millones de toneladas de desechos plásticos en el planeta. Instituciones, empresas y personas están destinando cada vez más tiempo y recursos a revertir esta situación. Cambiar los ‘tupper’ de plástico por cristal, evitar los plásticos de un solo uso como pajitas y platos o sustituir las botellas de agua por otras de materiales biodegradables son ya prácticas habituales en miles de hogares.

Pero para revertir estas cifras es necesario dar un paso más y adoptar los principios de la economía circular en toda la cadena de valor. Empresas, desde ‘startups’ hasta multinacionales, se están sumando al movimiento global ‘Zero Waste’ (desperdicio cero) y cada día oímos hablar de proyectos de supermercados u hoteles sin plástico o incluso calles, como la parisina Rue de Paradis, que renuncian por completo al uso del material.

Biodegradables y con menos huella ambiental

Aunque la máxima prioridad es acabar con los plásticos de un solo uso, muchas entidades están desarrollando acciones para reducir el uso de este material, máxime cuando el llamado ‘dinero de plástico’ está cada vez más presente en nuestra vida. Es el caso de CaixaBank, que acaba de lanzar sus primeras tarjetas regalo biodegradables, cambiando plástico por almidón de maíz y biomasa. En concreto, las nuevas tarjetas están fabricadas con un material compuesto principalmente por ácido poliláctico (PLA), un bioplástico que se obtiene a partir de almidón de maíz, y material orgánico (biomasa). Además, su proceso de fabricación es distinto al habitual y ha supuesto la reducción a la mitad del CO2 emitido a la atmósfera. El resultado es un producto con dos años de vida útil y más ecológico.

La entidad ha iniciado este mes de septiembre su comercialización y prevé distribuir alrededor de 150.000 unidades al año. Además, está testeando materiales alternativos al PVC de las tarjetas con chip y ‘contactless’ para seguir así avanzando en su plan de reducción de la huella ambiental generada por las tarjetas. Una de las resultados de esta investigación es la implementación de unas bandas magnéticas con mayor resistencia a la desmagnetización para aumentar la durabilidad del producto.

En este reto, la digitalización también juega un papel clave. Es difícil prever a qué ritmo el pago móvil irá sustituyendo al pago con tarjetas convencionales pero, según el informe ‘El futuro de los pagos 2019′ de UniversalPay, este año puede ser el despegue definitivo del smartphone: el 15% de los clientes ya usa el móvil para pagar sus compras físicas y la mitad de ellos lo hacen con la ‘app’ del banco.

Sumando por la economía circular

Además de la sustitución de materiales, CaixaBank ha instaurado un proceso para el reciclaje de todas sus tarjetas, tanto de las de material biodegradable como de los plásticos tradicionales. ¿Cómo? Los clientes entregarán sus tarjetas caducadas en la oficina, que se encargará de activar el circuito de reciclaje fijado para cada tipo. El proceso consiste en separar los distintos elementos (chip, banda magnética, plástico o material biodegradable) y distribuirlos por los canales adecuados para su posterior reciclaje.

Precisamente el banco barcelonés ha logrado compensar el 100% de sus emisiones calculadas y se ha convertido la única compañía del Ibex 35 que compensa toda su huella de carbono (directa o indirecta) apoyando proyectos ambientales de reforestación, de generación de energías limpias o de cualquier otro tipo.

Estas acciones para frenar la huella de carbono se enmarcan dentro de la estrategia de la entidad contra el cambio climático, donde tienen cabida otras líneas como los préstamos verdes y la financiación sostenible, enfocados a financiar proyectos que mejoren la salud del planeta, o la pertenencia al Dow Jones Sustainability Index (DJSI), el índice mundial que valora el comportamiento de las empresas bajo criterios sociales, medioambientales y de gobierno corporativo. Un trabajo global que ha permitido a la entidad reducir las emisiones de gases de efectos invernadero un 75% en la última década.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

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