Esta semana, el Parlamento Europeo ha aprobado una Directiva enfocada en la protección a los consumidores de las prácticas comerciales engañosas y en ayudarles a elegir mejor sus compras. Con esta regulación se prohíben las afirmaciones ambientales falsas, y se exige que cuenten con pruebas verificables antes de poder ser empleadas como reclamo publicitario. Además, la legislación también incluye medidas contra la obsolescencia prematura y mejoras relativas a la garantía de los productos.
La Directiva aprobada por el Parlamento Europeo tiene como objetivo mejorar el etiquetado de los productos y evitar que las marcas puedan emplear alegaciones medioambientales engañosas. Aunque todavía no está vigente, no se espera que esta futura legislación sufra variaciones importantes hasta su aprobación definitiva. Tras su tramitación parlamentaria, la Directiva se remitirá al Consejo Europeo, tras lo cual se publicará en el Diario Oficial y los Estados miembros dispondrán de veinticuatro meses para incorporarla a su ordenamiento jurídico nacional. Esta nueva Directiva une a la Directiva sobre alegaciones ecológicas, actualmente en debate en comisión en el Parlamento Europeo, que especificará con mayor detalle las condiciones para emitir alegaciones medioambientales.
El objetivo de la Directiva aprobada es triple, se busca proteger a los consumidores, garantizando que las afirmaciones ambientales sean fiables; mejorar la trasparencia al obligar a que la información comercial sea más clara y detallada; y optimizar la sostenibilidad de los mercados europeos, fomentando el consumo y la producción sostenible.
La intención es ayudar a que los consumidores elijan mejor sus compras ofreciendo una información fiable sobre el desempeño ambiental de los productos, y de esta forma combatir el llamado “greenwashing”. Así, se añaden a la lista de prácticas comerciales prohibidas de la UE una serie de prácticas comerciales relacionados con el blanqueo ecológico y la obsolescencia temprana de los productos.
Contra las prácticas comerciales engañosas
En esencia, se prohíben las afirmaciones ambientales falsas y genéricas, incluyendo reclamos sobre carbono neutral y amigables con el medio ambiente sin pruebas verificables. Esto significa que quedan prohibidas:
-Las afirmaciones basadas en compensación de emisiones, se prohíbe alegar que un producto tiene un impacto neutro, reducido o positivo en el medio ambiente gracias a los sistemas de compensación de emisiones.
-Los reclamos ambientales genéricos. Expresiones como “respetuoso con el medio ambiente”, “natural”, “biodegradable”, “climáticamente neutro” o “eco” no se podrán emplear sin certificaciones ambientales reconocidas.
–Etiquetas de sostenibilidad no certificadas, todas las etiquetas de sostenibilidad han de estar basadas en esquemas de certificación aprobados o establecidos por autoridades públicas
Las empresas que quieran promocionar sus productos como respetuosos con el medio ambiente, ecológicos o ambientalmente responsables deberán cumplir con unos requisitos estrictos. En concreto, se propone que las empresas con más de 10 empleados y una facturación superior a los dos millones de euros estén obligadas a fundamentar todas sus declaraciones y etiquetas con base en una metodología basada en evidencia científica. De este modo los consumidores podrán ser informados justamente del impacto ambiental de los productos, al tener que ser comunicado de manera transparente.
Además, la Directiva establece que cualquier organización o persona física o jurídica, podría presentar una reclamación ante la autoridad competente si una compañía no estuviera cumpliendo con sus obligaciones en este ámbito.
Contra la obsolescencia prematura
Esta Directiva también pretende optimizar la durabilidad de los bienes. Para ello impulsa medidas como que la información sobre la garantía deberá ser más visible y se creará una nueva etiqueta armonizada para dar más visibilidad a los productos con un período de garantía ampliado. Además, se prohíben prácticas como:
–Afirmaciones de durabilidad. Se prohíben alegaciones infundadas sobre la durabilidad si no son ciertas en condiciones normales, por ejemplo, afirmar que un electrodoméstico durará un número de usos.
–Comunicaciones comerciales sobre durabilidad limitada, sobre un producto con una característica que limita su durabilidad, especialmente si hay información disponible sobre la característica y sus efectos en la durabilidad.
–Incitaciones a sustituir los consumibles antes de lo estrictamente necesario. Por ejemplo, inducir al consumidor a reemplazar consumibles, como cartuchos de tinta de impresora, antes de acabar su ciclo de vida.
–Actualizaciones innecesarias de software. Queda prohibido afirmar que una actualización es necesaria cuando tan solo mejoran características de funcionalidad y no es realmente esencial.
–Presentar bienes como reparables cuando, en la práctica, no lo son.
En definitiva, además de los impactos medioambientales, las empresas deberían informar sobre la duración, reutilización y reciclabilidad de los productos ofertados. Para elaborar esta Directiva, se han seguido las directrices de la Recomendación Europea sobre el uso de métodos de Huella Ambiental para medir y comunicar el ciclo de vida desempeño ambiental de productos y organizaciones. Los objetivos finales de la Directiva son facilitar que las declaraciones ecológicas sean fiables, comparables y verificables en toda la UE, proteger a los consumidores del greenwashing y ayudarlos a tomar decisiones de compra fundamentadas para, de esta manera, impulsar la economía circular y optimizar las condiciones de competencia respecto al desempeño medioambiental de los productos.
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