Durante décadas, la industria pesada alrededor de Dunkerque, en el norte de Francia, ha arrojado millones de toneladas de gases que calientan el clima. Ahora el área cercana a la frontera con Bélgica –una de las potencias industriales de Europa– quiere atrapar su contaminación antes de que escape.
Con fábricas que producen acero, cemento y fertilizantes, la zona de Dunkerque produce más dióxido de carbono (CO2) que cualquier otra región industrial de Francia.
En Rety, a aproximadamente una hora en coche desde la ciudad portuaria, un flujo interminable de camiones lleva piedra caliza a una planta dirigida por el gigante belga Lhoist, líder mundial en la producción de cal viva.
La piedra caliza se calienta a más de 1.000 grados centígrados durante 24 horas en hornos de 50 metros de altura para producir el óxido de calcio que necesitan las industrias del acero y la pulpa de papel.
«Tenemos capacidad para producir 700.000 toneladas de cal viva al año, por lo que emitimos aproximadamente una cantidad equivalente de CO2», afirma Yves Boraccino, director de la planta de Rety, donde casi todas las superficies están cubiertas de polvo blanco de una cantera cercana. .
Congelar el CO2
Dos tercios de ese CO2 se expulsan por las chimeneas de la planta durante el proceso de calcinación de la piedra caliza.
El resto proviene de los combustibles fósiles utilizados para encender los hornos.
En 2025, el sitio espera comenzar a equiparse con una nueva minifábrica para capturar el CO2.
La industria impulsará con fuerza la captura y el almacenamiento de carbono en las conversaciones sobre el clima COP28 de la ONU en noviembre como una forma de frenar el aumento de la temperatura promedio del planeta a alrededor de 1,5 grados Celsius.
Pero todavía hay grandes interrogantes sobre las tecnologías que están en su infancia, y el mundo no tiene mucho tiempo.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) dice que incluso si funciona, la captura de carbono tendría que multiplicarse por 100.000 para 2050 para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas.
Lhoist ha recurrido al gigante del gas industrial Air Liquide en busca de ayuda para capturar las emisiones de carbono de su planta de Rety.
Han desarrollado una tecnología llamada CryoCap que capturará los gases y los enfriará a -50°C cuando el CO2 se convierta en líquido, dijo Nicolas Droin de Air Liquide.
Luego, el CO2 se separará y se conducirá a una terminal en Dunkerque que contendrá 1,5 millones de toneladas de gas cuando se inaugure en 2028.
La Comisión Europea estableció el jueves (16 de marzo) el objetivo de habilitar 50 millones de toneladas de capacidad anual de inyección de dióxido de carbono para 2030, una medida que presiona a la industria del petróleo y el gas para que cumpla con una tecnología que han estado vendiendo durante años.
‘Revolución industrial’
El centro de Lhoist en Rety no es el único de la zona que pretende limpiar su situación.
A pocos kilómetros de distancia, una planta de cemento propiedad de Eqiom también planea secuestrar su contaminación de carbono y enviarla a Dunkerque.
«Desde allí, podría ser transportado por barco a profundos sitios de almacenamiento geológico en el Mar del Norte», dijo Boraccino.
Todo el proyecto (que se estima costará 530 millones de euros, gran parte de ellos con fondos de la Unión Europea) podría, en el mediano plazo, almacenar hasta cuatro millones de toneladas de CO2 por año, según Air Liquide y su socio, Dunkerque LNG.
Eso permitiría al gigante siderúrgico ArcelorMittal, que está probando un procedimiento diferente de captura de carbono, conectarse a la terminal en algún momento en el futuro.
Patrice Vergriete, jefe de la autoridad urbana de Dunkerque, dijo que la región se está transformando a través de esta “revolución industrial” baja en carbono.
Los proyectos de captura de carbono casi se triplicaron a nivel mundial en 2021 y casi se han vuelto a duplicar desde entonces, según la AIE.
Pero en un informe de julio también advirtió contra la dependencia de tecnologías que son “caras y no probadas a escala”. Hasta ahora, afirmó, sólo el 5% de los proyectos de captura han recibido luz verde de los inversores.
En cambio, la AIE insistió en que la mejor solución es, en primer lugar, reducir la cantidad de CO2 que se genera.
Fuente: Euractiv