Impacto ambiental de Internet

Posted by aclimaadmin | 13/07/2023 | Aclima bloga

No se ve pero se nota, y mucho, en el medioambiente. Hablamos del impacto que Internet tiene sobre recursos tan fundamentales para la sociedad como el agua y la tierra, además de generar grandes cantidades de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Y es que acciones tan cotidianas como enviar un correo electrónico, revisar nuestras redes sociales, hacer una videollamada, ver una película por streaming o comprar online tiene un coste que lo está pagando, además de nosotros, nuestro entorno.

 

Los centros de datos que son necesarios para que nuestro mundo en línea- conectado funcione requiere una gran cantidad de energía y de recursos hídricos. Así, se estima que el consumo de agua es de unos 420.000 millones de litros al año para mitigar el calor que generan estas infraestructuras, lo que equivale a lo que gasta una ciudad de unos 8 millones de personas en ese mismo periodo de tiempo.

Un estudio publicado en la revista Resources, Conservation and Recycling refleja que la huella hídrica media mundial del uso de la red de redes se estima en 2,6 billones de litros de agua (más gráficamente, el equivalente a llenar más de un millón de piscinas olímpicas). Por su parte, la huella de tierra global media para el uso de internet era de 3.400 km2 al año, ligado a la cantidad de terreno necesario para construir y mantener data centers y redes de transmisión. También destacaba que tomando la huella de carbono media del mundo (32 g de CO2/GB), el almacenamiento y la transmisión de datos emiten 97 millones de toneladas de CO2 al año (como ejemplo decía que es el equivalente aproximadamente a la huella de carbono anual de Suecia y Finlandia juntas).

Buscar soluciones

Dada la gran cantidad de agua que requieren estos centros de datos, que incluso está generando tensiones en las poblaciones donde se asientan o quieren asentarse, las grandes compañías están buscando soluciones para que esa gran huella hídrica se resuelva. Así, están poniendo el punto de mira en el desarrollo de sistemas de reciclado hídrico, el uso de aguas grises o la construcción de data centers en el océano o sumergidos en aceites minerales para mantener una temperatura refrigerada y estable para su buen funcionamiento. Incluso se está experimentando con moléculas sintéticas de ADN para almacenar datos sin consumir agua ni energía y se piensa, ya en un futuro, en infraestructuras en el espacio.

Estos proyectos intentan frenar el enorme consumo hídrico que se necesita actualmente que, a modo de ejemplo, es de hasta 200 litros de agua en la descarga de un sólo gigabyte (GB) de datos, según ha estimado un equipo de investigación del Imperial College de Londres. Grandes recursos de agua que se gastan en la ubicación de estos centros que también desprenden calor y consumen considerables cantidades de energía para mantener operativas las instalaciones. Es el “precio a pagar” para que los datos y servicios que ofrece la red de redes llegue a nuestros hogares, centros de trabajo … y que podamos utilizar nuestros dispositivos sin que la mayoría de nosotros seamos conscientes de todo lo que hay detrás.

Por eso, muchas compañías del sector están buscando alternativas innovadoras más sostenibles como la refrigeración natural, además de utilizar energías renovables para su funcionamiento y mantenimiento de sus instalaciones y equipos. Todo sea para controlar el agua, un recurso vital en el planeta en un momento en que cada vez hay más escasez de lluvia, periodos de tiempo más prolongados de sequía y en el sufrimos también más los efectos extremos derivados de la crisis climática.

Uso sostenible del calor que generan los centros de datos

Como decíamos, otro de los inconvenientes para el entorno del funcionamiento y mantenimiento de las infraestructuras es la gran cantidad de calor que generan porque consumen mucha energía. Un problema que, en países del norte de Europa han aprovechado para su beneficio, ya que ese calor lo utilizan también como calefacción en edificios e incluso para invernaderos. Por poner un ejemplo, Estocolmo: una de una de las capitales del viejo continente de más rápido crecimiento y que planea tener una huella de carbono positiva para el año 2040. Además del transporte en vehículos eléctricos, un sistema gestión de residuos más eficiente …. la reducción de emisiones también pasa por abordar el desperdicio de energía. Y aquí se encuentra el calor producido por los centros de datos, que abundan en la capital, y en el territorio, como en otras ciudades cada vez más conectadas. En el distrito de Valla Torg, la compañía de almacenamiento de datos Glesys incorpora su energía al sistema de calefacción, de manera que – con datos de 2019 – la red de calefacción urbana fue capaz de calentar 30.000 apartamentos, gracias al calor recuperado del data center. Un sistema, el de aprovechar el calor de Internet, que se pretendía expandir a los nuevos edificios de la ciudad.

Más ejemplos de sinergia de aprovechamiento de calor encontramos en el proyecto de construcción de un centro de datos en Vallentuna, cerca de Estocolmo, liderado por las compañías de energía E.ON y de tecnología en la nube Online Group, del que dicen que es uno de los más ecológicamente avanzados del mundo. La refrigeración de los servidores (y también del edificio en el que se utiliza energía renovable) produce calor residual que se traslada a la red de calefacción urbana de Vallentuna con bombas de calor con eficiencia energética y luego se usa para calentar los edificios de la ciudad.

¿Y qué podemos hacer los ciudadanos de a pie?

Pequeños gestos realizados por muchas personas pueden cambiar situaciones adversas. La regla de las 3 R es uno de ellos ya que reducir, reutilizar y reciclar contribuye a cuidar el medioambiente. Si lo aplicamos a la huella de Internet encontramos en publicaciones recomendaciones que ayudan a nuestro entorno si las seguimos, entre ellas reducir la calidad de las películas/series que vemos en plataformas de streaming, siempre que se pueda apagar la cámara en las videollamadas, cerrar las pestañas que no usemos en el navegador, elegir la palabra clave más adecuada cuando realicemos búsquedas, escribir directamente en la barra del navegador la dirección de una web que ya se ha visitado (para evitar que la búsqueda vaya y vuelva a los centros de datos), eliminar las app que ya no utilicemos, enviar por email archivos comprimidos (para que el peso sea menor), desactivar las notificaciones del móvil, cancelar las suscripciones de newsletters que no vemos, optimizar la bandeja del correo electrónico archivando y borrando los emails según los recibamos ….

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