Europa ha apostado por convertirse en un continente climáticamente neutro para 2050, pero para lograr este objetivo es prioritario descarbonizar la economía, es decir, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Las actividades económicas sujetas al reglamento de comercio de emisiones de la UE son responsables del 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que descarbonizar los diferentes sectores económicos sin que pierdan competitividad es un reto que hemos de afrontar de manera decidida y prioritaria.
La doble transición en la que estamos inmersos busca apoyarse en la innovación tecnológica para optimizar la sostenibilidad de los procesos y aumentar su eficiencia. Esto es particularmente relevante para el sector industrial, que debe hacer un esfuerzo por reducir sus emisiones de GEI y contribuir de forma significativa a los objetivos medioambientales establecidos por la Comisión Europea.
Objetivo: industria descarbonizada
La descarbonización supone el conjunto de medidas orientadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de un sector económico, para de esta forma minimizar su impacto en el clima. Si bien descarbonizar la economía es una prioridad, también puede suponer una importante ventaja competitiva y una fuente de valor para la industria, ya que va a permitir innovar en procesos y productos sostenibles, promover la economía circular, reducir el consumo energético y, en definitiva, aumentar su eficiencia haciéndola más competitiva y resiliente.
Aunque no hay que perder de vista que el objetivo principal de la reducción de los gases de efecto invernadero es ambiental y está vinculado a los objetivos Net Zero a nivel global, sus efectos económicos pueden ser muy positivos para la industria, permitiendo aplicar estrategias de impulso de nuevos procesos y productos más sostenibles. Para ello es también importante profundizar en la digitalización, ya que la automatización de procesos, el análisis y previsión de datos de consumo energético y de materiales y otras innovaciones son herramientas clave para optimizar el ahorro de recursos, controlar los costes de producción y reducir las emisiones.
Por un lado , la transición energética va a posibilitar pasar de un modelo fundamentado en los combustibles fósiles a otro basado en las energías renovables y descarbonizadas. En lo que respecta a la industria, una parte importante de sus necesidades energéticas están relacionadas con el llamado calor industrial que se emplea en gran parte de los procesos, como calentar fluidos, generar vapor, llevar a cabo reacciones químicas, secar materiales, fundir metales etc. Si bien hasta ahora los combustibles fósiles han sido la principal fuente del calor industrial, la aplicación de soluciones de eficiencia energética y el impulso de nuevas tecnologías va a cambiar esto. Desde la recuperación del calor residual de los procesos para poder volver a emplearlo hasta el empleo de fuentes de energía renovable, las soluciones pueden ser muy diversas.
Por otro lado, la Economía Circular tiene la capacidad de apoyar la descarbonización de la economía principalmente desde tres ámbitos clave: el fin de vida de las nuevas infraestructuras energéticas renovables, los combustibles a partir de residuos, y la captura y almacenamiento de carbono. En la próxima década los residuos procedentes de las infraestructuras de energía limpia al final de su vida útil pueden multiplicarse por 30, el ecodiseño de estas infraestructuras, el reciclaje y la correcta gestión de los residuos generados en su desmantelamiento pueden permitir un ahorro económico y ambiental, reduciendo el consumo de materias primas escasas. En lo relativo a los combustibles, tanto los Combustibles Derivados de Residuos (CDR) y los biocombustibles se están convirtiendo en una alternativa más sostenible a los combustibles fósiles. Para finalizar, la captura y almacenamiento del CO2 en el subsuelo o para para purificarlo y transformarlo en CO2 comercializable es otra de las tecnologías prioritarias a desarrollar.
Pero para poder abordar la descarbonización de cualquier industria es imprescindible medir el alcance de sus emisiones. Conocer la huella de carbono de una industria permite considerar las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el centro industrial, incluidos los procesos de producción y, si se desea, los de transporte de materiales. De esta forma, cada empresa puede identificar las acciones prioritarias para abordar con éxito la descarbonización. A nivel estatal existe el registro de huella de carbono y en Euskadi Ihobe pone también a la disposición de las organizaciones una herramienta de cálculo de la huella de carbono. La aprobación de la Ley de Cambio Climático en 2021 supuso que gran parte de las organizaciones estén obligadas a informar de su huella de carbono.
Apoyo institucional a la descarbonización
El Pacto Verde compromete a Europa a alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050 y una de sus herramientas clave es la Estrategia Industrial Europea, que busca facilitar que la industria europea se adapte y lidere la transición ecológica y digital, aumentando su competitividad. Además, el conjunto normativo Fit for 55 marca que para 2030 la reducción de las emisiones de GEI sea al menos del 55%.
En esa misma línea, en España se ha adoptado la Ley de Cambio Climático y la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo, que prevé reducir no más tarde de 2050 las emisiones en un 90% respecto a 1990 y que las energías renovables representen el 97% del consumo energético final, lo que llevaría pasar de importar el 73% de la energía consumida a tan solo el 13% en 2050. De igual forma, se ha aprobado el PERTE de Descarbonización Industrial, que entre sus objetivos establece la descarbonización de los procesos de producción del sector manufacturero y el fomento del uso de energías renovables en el sector industrial. Mediante este PERTE se movilizarán hasta 11.800 millones de euros de inversión. Está previsto que la primera línea de ayudas, por valor de 1.000 millones de euros, se publique a mediados de este mes.
En Euskadi se ha lanzado el Programa de ayudas a la Descarbonización Industrial, que destina 10 millones de euros a fomentar las inversiones en instalaciones reductoras de gases de efecto invernadero. También se ha creado el Net-Zero Basque Industrial Super Cluster, que busca impulsar la reducción de emisiones en la industria vasca y favorecer nuevas oportunidades para las empresas derivadas del desarrollo de nuevas tecnologías y servicios innovadores. Esta iniciativa forma parte del programa Transitioning Industrial Clusters towards Net Zero del World Economic Forum (WEF).
Aclima, preparados para apoyar el cambio
Según datos oficiales, las emisiones de gases de efecto invernadero en Euskadi se han reducido un 35% en la CAV desde 2005, pero se necesita una ambición mayor para afrontar el reto de la descarbonización de la economía. Aclima, como clúster vasco del medio ambiente, demuestra un firme compromiso con el fomento de la reducción de emisiones de carbono, y en nuestro Plan Estratégico Aclima 2023-2026 proponemos el liderazgo del sector medioambiental en la transición ecológica de Euskadi, para acompañar y guiar a las empresas e industrias en su ruta hacia la descarbonización.
Además, hemos puesto en marcha otras iniciativas, como el Proyecto LOWCO2, cuyo objetivo es investigar y desarrollar tecnologías innovadoras y competitivas de captura y valorización de CO2 industrial, o el Proyecto pymes por el clima, para difundir en las pequeñas y medianas empresas el cálculo de la huella de carbono y el diseño de planes de acción para reducirla.
También el próximo 8 de noviembre organizamos junto con el Grupo SPRI el primer encuentro del Foro Sectorial de Descarbonización de la Industria, un espacio para identificar soluciones de eficiencia energética y descarbonización industrial, además de promover oportunidades de colaboración en este ámbito.
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