Europa tiene un problema con los envases, y es que si bien desde 2010 su tasa de reciclado ha aumentado un 23% en la última década los residuos de los envases se han incrementado casi un 25% y, de no tomar medidas, para 2030 habrán escalado un 19% más. Si tenemos en cuenta que la fabricación de envases y la gestión de sus residuos supone en el continente un volumen de negocio de 370.000 millones de euros, urge habilitar soluciones que permitan optimizar toda la cadena de valor de los desechos de envases. Este es el objetivo principal del futuro Reglamento sobre los Envases y Residuos de Envases que está dando los últimos pasos de su tramitación.
En la actualidad sigue vigente la Directiva de la UE sobre los Envases y Residuos de Envases, adoptada en 1994 y revisada en varias ocasiones. Pero la apuesta de la Comisión Europea por el Pacto Verde y la sostenibilidad como ejes del desarrollo del continente hacen necesario centrar la atención en un ámbito tan importante como el de los residuos de los envases. En este sentido, los expertos señalan que las emisiones de CO2 de los envases equivalen a las emisiones de un país de la UE de un tamaño entre pequeño y mediano. A finales de 2022 la Comisión presentó una propuesta de Reglamento sobre los Envases y Residuos de Envases y recientemente el Consejo y el Parlamento han dado su visto bueno. Tan solo queda que la refrenden los representantes de los Estados miembros y la Comisión de Medio Ambiente. Tras ello, la propuesta se aprobará formalmente y entrará en vigor.
Una norma necesaria
Según datos oficiales, en 2021 cada ciudadano europeo generó más de 188 kilos de desechos de embalajes y envoltorios, más de 80 millones de toneladas en total, con una proyección que alcanzaría los 209 kilos en 2030. Y es que se calcula que los europeos tiramos a la basura aproximadamente medio kilo de envases cada día
Actualmente, el papel y el cartón son los materiales más empleados en los envases, con 34 millones de toneladas, lo que supone el 40% del total de residuos de envases generados en 2021. El vidrio y el plástico van por detrás con un 19% cada uno, pero en el caso de este último su popularización conlleva una tasa de crecimiento elevada, ya que se estima que los envases de plástico pueden crecer un 46% de aquí a 2030.
El objetivo principal de la norma consiste en responder adecuadamente al flujo de residuos de envases generados en la UE, a la par que regular el mercado europeo de los envases e impulsar la economía circular en toda la cadena de valor de los mismos. Para ello, la propuesta de Reglamento establece unos objetivos globales de reducción de envases del 5% para 2030, 10% para 2035 y 15% para 2040, además de prohibir desde el 1 de enero de 2030 ciertos envoltorios plásticos de un solo uso para fruta y vegetales frescos, o los de alimentos y bebidas que se consumen en cafés o restaurantes, porciones individuales de condimentos, salsas o edulcorantes, ni los botes miniatura de champú o crema.
Además, se mantienen los objetivos de reciclado para 2025 y 2030 establecidos en la actual Directiva: 65% y 70% para todos los envases en general, 75% y 85% para los envases de papel y cartón, 70% y 75% para los de vidrio, y 50% y 55% para los envases plásticos.
Reducir, reutilizar y reciclar
Aunque se incluyen exenciones para materiales como la madera ligera, el corcho, los textiles, el caucho, la cerámica, la porcelana o la cera, principalmente la nueva legislación establece que todos los envases deberían ser reciclables, cumpliendo criterios estrictos que se definirán mediante legislación secundaria. También se obliga a reducir los envases innecesarios y se añaden medidas para mejorar la recogida y el reciclaje, además de impulsar la reutilización de material procedente del reciclado.
El Reglamento se ocupa de la totalidad del ciclo de vida de los envases e incluso establece requisitos de armonización del etiquetado para aumentar la información que reciben los consumidores acerca de la composición de los envases.
Reducción
Se establece un ratio máximo de espacio vacío del 50% en los envases de múltiples productos, de transporte y de productos adquiridos a través del comercio electrónico. Se pide asimismo que los fabricantes e importadores reduzcan al mínimo el peso y el volumen de los envases siempre que sea posible.
Desde el 1 de enero de 2030 se prohibirán los envases de plástico de un solo uso para frutas y verduras, para alimentos y bebidas, condimentos, salsas en el sector HORECA, para pequeños productos cosméticos y de tocador utilizados en el sector del alojamiento. También se prohíben las bolsas de plástico de menos de 15 micras (las usadas en los establecimientos para comestibles a granel) a menos que sean necesarias por razones de higiene o se proporcionen como embalaje primario.
Recuperación y reciclado
Los Estados miembros deben garantizar, de aquí a 2029, la recogida separada de al menos el 90%, por año, de las botellas de plástico y de los recipientes de metal de un solo uso para bebidas (hasta tres litros). Para ello, establecerán sistemas de depósito y devolución, pero no serán obligatorios si los países alcanzan un índice de recogida separada superior al 80% en 2026 y si presentan un plan de ejecución con una estrategia para alcanzar el objetivo general de recogida separada del 90%.
Reutilización
Se establecen nuevos objetivos de reutilización vinculantes para 2030 y objetivos indicativos para 2040. Por ejemplo, los envases reutilizables de bebidas alcohólicas y no alcohólicas (excepto, por ejemplo, leche, vino, vino aromatizado y bebidas espirituosas) para 2030 deberán contener al menos el 10% de material reciclado. Los Estados miembros pueden conceder una excepción de cinco años a estos requisitos bajo determinadas condiciones, como si el país supera en 5 puntos porcentuales los objetivos de reciclado estipulados para 2025 o si los operadores han adoptado planes de empresa de prevención y reciclado de residuos en sintonía con las metas fijadas en el Reglamento.
Se mantienen los objetivos principales para 2030 y 2040 en relación con el contenido reciclado mínimo en los envases de plástico, quedando exentos los envases de plástico compostables y los envases cuyo contenido de plástico sea inferior al 5 % de su peso total.
También se obliga a que los distribuidores finales de bebidas y comida para llevar a brindar a sus clientes la posibilidad de traer sus propios recipientes para rellenarlos con bebidas frías o calientes o alimentos preparados, sin coste adicional. También se les exigiría que se esforzaran por ofrecer el 10% de los productos en un formato de embalaje reutilizable de aquí a 2030.
Impacto en la salud humana y ambiental
En el Reglamento se endurecen los requisitos relativos a las sustancias presentes en los envases, ya que se restringe la introducción en el mercado de envases en contacto con alimentos que contengan sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) por encima de ciertos umbrales. Estas sustancias son conocidas como los químicos permanentes y se trata de elementos químicos perjudiciales para la salud y cuya ingesta se produce principalmente a través del agua y los alimentos, por lo que evitar su contacto con los alimentos es una medida de precaución enfocada en cuidar la salud de los consumidores.
En relación a esto, también se incluyen en la prohibición las bolsas de plástico muy ligeras (menos de 15 micras), a menos que sean necesarias por razones de higiene o se proporcionen como embalaje primario para alimentos a granel para ayudar a evitar el desperdicio de alimentos.
Además, los expertos calculan que las medidas recogidas en el Reglamento permitirán reducir de 66 a 43 millones de toneladas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) derivadas de los envases de aquí a 2030, una proporción que equivale a las emisiones anuales de Croacia en la actualidad. También se minimizaría en 1,1 millones de m3 el consumo de agua y, en general, la estimación del ahorro ambiental con la aplicación de las medidas del Reglamento se cifra en 6.400 millones de euros con respecto a la base de referencia de 2030.
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